Una propuesta de tiempo libre diferente: "En todo amar y servir"
¿En qué ocupan su tiempo libre
nuestros adolescentes? Probablemente ante esta pregunta nos vengan a la cabeza,
o bien adolescentes pegados a una pantalla, o “grupetes” de chicos haciendo
“nada” en algún lugar cercano a su casa. Pero… ¿pueden estos adolescentes usar
su tiempo libre de forma distinta? ¿Podemos llegar a encontrar una propuesta de
tiempo libre distinta, que les atraiga y les ayude a la vez?
¿Qué caracteriza al adolescente?
En primer lugar, creo que es
importante que definamos algunos de los rasgos propios del adolescente, para
poder así intentar acertar con nuestras propuestas para ellos. La adolescencia es por excelencia la época
de la búsqueda de la propia identidad. Nuestros alumnos han dejado atrás la
infancia, en la que el niño solo se preocupa por el juego, para empezar a
adentrarse en el mundo de los adultos. Ante este reto necesita saber quién es,
cuál es su lugar y su papel en la vida. Pero no siempre, desde el punto de
vista de los adultos, acertamos a entender de qué manera se produce este
proceso. Creo que podemos entender bien algunos de los rasgos propios del
adolescente precisamente de las mismas quejas que tanto oímos sobre ellos:
“El adolescente es de por sí egoísta”. Pues en cierta parte, es verdad. En la etapa infantil podemos decir que el niño tiene sus ojos puestos en sus padres y en lo que le rodea. Empieza a descubrir el mundo, a preguntarse por qué las cosas son así, necesita experimentar, tocar, escuchar… Al llegar a la adolescencia, de repente fija la mirada en uno mismo. “¿Quién soy yo? ¿Por qué soy así? ¿Qué voy a ser? ¿Por qué estoy aquí?” son preguntas trascendentales que el adolescente se hará, consciente o inconscientemente, en este proceso. Es de vital importancia que empiece a responderlas (decimos “empiece” pues probablemente contestarlas sea labor de toda una vida) y para eso necesita mirarse, conocerse, preocuparse por cómo es, cómo se presenta ante el mundo, qué ven los demás de él… Al responder a estas preguntas podrá en la etapa adulta, cuando haya alcanzado la madurez, ser capaz de descubrir también quién es el otro, de entregarse, de construir una vida en comunión.
“Esta niña está de un rebelde últimamente…” Totalmente cierto. El adolescente experimenta su propia inestabilidad física y emocional. Todo en él está en constante ebullición y cambio. En esta búsqueda de la propia identidad necesita encontrar una base sólida, estable, en la que apoyarse. Puesto que en él mismo no es posible que la encuentre va a intentar buscarla fuera. Pero esta búsqueda no es siempre tranquila y ordenada… Muchas veces el adolescente tanteará y pondrá a prueba todo lo que tiene a su alrededor para verificar su estabilidad. La autoridad de los padres, los valores en los que ha sido educado, las instituciones… todo será puesto a prueba para comprobar su solidez. De ahí la necesidad de mantenernos firmes en ciertos aspectos en nuestro acompañamiento para que el adolescente encuentre esos puntos de apoyo para su vida.
“Se pasa el día con los amigos”. En esta búsqueda de la propia identidad el adolescente siente la necesidad de pertenecer a un grupo. Ahora para definir su identidad no le vale con ser “hijo de”, sino que sus relaciones esenciales se amplían al campo de los iguales. El adolescente necesita ser parte de un grupo en el que sea aceptado, donde tenga un sitio, un papel.
“En casa, está todo el rato encerrado en su cuarto”. Relacionado con el primer punto, el adolescente necesita ir definiendo su autonomía. Se da cuenta de que puede, no solo reproducir el pensamiento de otros, como hace el niño, sino producir los suyos propios. Es el despertar de toda su interioridad, en el ámbito del pensamiento y del afecto, por lo que necesita momentos de soledad en los que escucharse a sí mismo, en los que ser consciente de su mundo interior, en los que ir labrando su propio yo.
“Nada, que ahora le ha dado ahora por…” y a continuación todo una amplísima gama de intereses e “idolatrías” propias del adolescente. Y es que el adolescente busca sin cesar algo grande hacia lo que encauzar todas sus fuerzas y expectativas. Es la época de los grandes ideales, de involucrarse en proyectos atractivos y emocionantes. En esto además encontramos otra de las características de la adolescencia en relación con la definición de la propia identidad: el adolescente empieza a descubrir sus propios talentos, asumirlos y desarrollarlos si encuentra la forma y el lugar apropiado para ello.
En este proceso de autoafirmación
individual, el adolescente irá construyendo su identidad. La labor de todos los
adultos que le acompañan en este tiempo debe ser ayudarle y guiarle en lo
posible a través de una educación integral que le permita desarrollar todos los
aspectos de su persona. Por eso creemos que es de vital importancia proponerles
actividades para el tiempo libre que encajen perfectamente con lo que el
adolescente está buscando, no solo que le hagan pasar un buen rato, divertirse
o distraerse.
Una propuesta diferente
Para esto proponemos aquí un ejemplo de buena práctica en este sentido: el grupo de Misioneras del colegio Mater Salvatoris.
Este grupo está formado por alumnas (a partir de 15 años) y exalumnas del colegio que dedican un fin de semana al mes a ayudar en las distintas necesidades que encuentran a su alrededor. Son adolescentes, esos terribles animalitos egoístas, pero por unas horas salen de sí, de su ambiente, de su zona de confort, para acompañar y ayudar a personas que, sin irse muy lejos de su casa, tienen alguna necesidad. Visitan residencias de ancianos, casas-cuna, reparten comida a los sintecho, ayudan en organizaciones dedicadas a enfermos, ayudan en parroquias, visitan las casas de personas necesitadas, organizan campañas de recogida de alimentos, medicinas o dinero, etc. Con las personas con las que tratan comparten su tiempo, sus medios y habilidades, la alegría propia de la juventud, realizan actividades, enseñan a los niños… Y a la vez reciben el cariño, el ejemplo, el testimonio de tantas personas con las que entran en contacto en esas horas.

Además de las salidas mensuales,
en verano realizan una misión de un par de semanas en algún pueblo de España y
también existe la posibilidad de hacer misión un mes en verano en el colegio
Mater Salvatoris en Kalalé, Benín.

El lema de las misioneras es “en todo amar y servir”. A través de las distintas salidas las adolescentes entran en contacto con una realidad distinta a la suya que les invita incesantemente a salir de sí, a pensar en el otro, a darse, a escuchar, a sacrificarse… Son muchas las virtudes que se van adquiriendo y que son de vital importancia en la formación integral de la persona, para hacerla capaz de construir una vida plena, grande y bella, digna de ser vivida. Virtudes como la servicialidad, la abnegación, la disponibilidad, la escucha, el silencio, la caridad, la gratuidad, la solidaridad, la empatía, la fortaleza, la austeridad, el agradecimiento…
Y todo esto, ¿qué aporta al adolescente? Repasando los puntos del principio, comprendemos que esta actividad le da la posibilidad de encauzar muchas de las aspiraciones del adolescente. En primer lugar, es clave la pertenencia a un grupo ya establecido, que tiene su propia organización. Según se va creciendo dentro del grupo, se van adquiriendo nuevos compromisos y responsabilidades, haciéndose cargo de grupos de niñas más pequeñas, impartiendo la formación, organizando las salidas, etc. Esto incluye la riqueza enorme que da el contacto entre niñas de distintas edades, donde las pequeñas tienen a las mayores como referencia, y las mayores a su vez se sienten responsables de las pequeñas.
Son muchos los centros y
universidades que empiezan tomar conciencia de la necesidad de que la
responsabilidad social sea una parte importante, e integradora incluso, del
proyecto educativo. Creo que puede ser muy interesante dar una vuelta a nuestro
sistema educativo para ver si todas esas carencias que encontramos en los
alumnos que salen de nuestros colegios, pueden corregirse a través de
actividades de este estilo.
Este post está relacionado con el de "¿Puede ser la montaña una actividad extraescolar para adolescentes?" porque no todos los adolescentes tienen los mismos gustos.
ResponderEliminarPor eso tanto misioneras como montañeras son dos actividades extraescolares que se les propone a las alumnas del colegio, ya que se les proponen metas elevadas de distintas maneras, pidiéndoles en cada una de ellas los sacrificios necesarios para conseguirlas.
Porponerles a los jóvenes este tipo de actividades les ayuda a, como les anima el Papa Juan Pablo II, tomar en sus manos sus vidas, y decidir hacer de ellas una auténtica y personal obra maestra.
Lo primero de todo felicitarte por el post, me ha parecido muy interesante empezando por el título, que ha captado mi atención al instante así como por el contenido del mismo. Estoy completamente de acuerdo en que hay que ofrecerles distintas actividades a los alumnos para que hagan cosas distintas, aprovechen su tiempo libre, se esfuercen y alcancen sus metas. Y si encima esas actividades generan un bien para la comunidad mejor aún.
ResponderEliminarHola!, me ha gustado mucho tu post. Me ha ayudado mucho la parte de diagnóstico de los adolescentes y me ha gustado la segunda lectura que le has dado a todos los síntomas "del pavo" de los adolescentes y la explicación de lo que hay detrás de ciertas actitudes. Involucrarles en temas de solidaridad les ayuda a conocer el mundo que les rodea, a salir de su entorno y su zona de confort, y a empatizar con las situaciones de las personas más favorecidas. Las actividades de voluntariado podrían ser obligatorias en todos los colegios por todo lo que aportan a todas las partes involucradas.
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