EL MOVIMIENTO "SLOW SCHOOL"
Sí, mi post es acerca del
movimiento "Slow School", y hablo de ello más abajo, pero... ¿cómo
publicar un post en un blog llamado "La irracionalidad de Pi" sin
antes comentar acerca de este nombre? A mí me resulta difícil. Así que por
favor, acompañadme en mis digresiones previas, que prometo centrarme en breve
en la materia que estáis ávidos de leer (el hecho de que haya publicados ya
varios posts sobre el mismo tema que este no tiene apenas importancia, y seguro
que seguís con ganas de conocer más - si es que hay algo que se pueda haber
quedado en el tintero- acerca del "Slow
schooling").
Pero a lo que íbamos: "la
irracionalidad de Pi". Como abogada que soy, hace tiempo que dejé de
plantearme problemas que requirieran de la aplicación de esta cifra, así que
intrigada acudí a la madre de todo el conocimiento... la biblioteca pública del
barrio...
¡NO! que es broma... ¿os
imagináis? En pleno 2018, ¡qué necesidad de desplazarme teniendo Google en
casa! (qué locura...).
En fin, puedo deciros que
efectivamente, Pi es un número irracional, hecho que demostró el matemático Johann Heinrich Lambert el 3 de
marzo de 1761. Para aquellos que como yo, ya no lo recordéis (y no culparé solo
al método de enseñanza que recibí en el colegio), os diré que un número es
irracional si no puede obtenerse como resultado de la división de dos números
enteros. (¡Bien!)... Pero... ¿y conocer esto
qué me aporta? Pregunta que seguro compartiréis conmigo. La respuesta es,
simple y llanamente, nada práctico (si obviamos lo bonito de aprender, obtener nuevas
perspectivas de la realidad, etc.), pero, como dijo el también matemático (sí,
poco objetivo en este asunto, pero lleva razón), E.C. Titchmarsh: "Puede que no tenga ninguna utilidad práctica saber que Pi es
irracional, pero, si podemos conocerlo, sería intolerable no saberlo".
Aclarado este punto, me centro en
el tema de este post: "El movimiento Slow
School":
Pararse a admirar una puesta de sol, oler las
flores de las casas al caminar, escuchar a los pájaros de camino al colegio,
sentir en la cara el viento frío en invierno y la brisa cálida de verano,
cerrar los ojos, respirar hondo..., SER.
Existe un grupo de personas que,
en estos tiempos que corren (si no vuelan), ha decidido tomarse la vida con más
calma. Dada la realidad en que vivimos, en la que queremos estar
permanentemente conectados con todo el mundo y recibir continuamente estímulos
externos, resulta extraño que haya quien abogue por todo lo contrario: volver a
tomarnos nuestro tiempo para contemplar, para escuchar, negarse a acelerar los
procesos de la naturaleza, para dar, como se dice, tiempo al tiempo.
En palabras de María Novo
Villaverde, directora de la Cátedra Unesco de Educación Ambiental y Desarrollo
Sostenible en la UNED y presidenta de la Asociación Slow People, "el
crecimiento indefinido, tal y como lo estamos experimentando, es absolutamente
imposible en un planeta finito. (...) llevamos varios años en los que, llegado el
mes de agosto, la humanidad ya ha consumido los recursos que, según criterios
de huella ecológica, tenía disponibles para todo el año. (...) estamos
literalmente apropiándonos de los recursos que deberían quedar para las nuevas
generaciones, (...)."
Para concienciarnos de esta
realidad, creó junto con varios amigos la Asociación Slow People, que trata de
servir de foro de reflexión y apoyo a personas y entidades con intereses
similares a los suyos cuya meta es, no la lentitud en sí misma, sino una mayor calidad
de vida.
Curiosamente, este movimiento "slow" en pro de una vida más
sostenible y ecológica, que nació en Italia como respuesta a los restaurantes
"fast food", ha sido exportado
a muchas otras áreas distintas de la alimentación: "slow fashion", "slow parenting",
"slow medicine", "slow media", etc:. Junto a estas, surgió la "slow education", a la que vamos a dedicar
nuestra atención.
De todos modos, no parece que
existan unos criterios únicos que permitan a un colegio denominarse como "slow school", pues cada uno ha
incorporado los elementos que más encajan con su manera de entender la
educación, destacando aquellos con los que más se identifican, como puede ser
incorporar la comida ecológica a su cocina, involucrar al alumno en la creación
y cuidado de un huerto escolar, fomentar el juego libre, o promover la
creatividad, siempre respetando los ritmos y el nivel madurativo de cada niño.
En España son varios los colegios
que han hecho suya esta manera de posicionarse ante la vida: Xixupika en Bilbao, Colegio Andolina en Gijón, Ur Tanta Eskola en Navarra, o los más
internacionales Montessori, Waldorf, a los que yo sumaría Summerhill.
Algunas de las líneas principales
que guían a estos centros educativos son:
- Fomentar el papel activo del
alumno.
- Promover el aprendizaje
colaborativo.
- Adecuarse a los tiempos e individualidades
de cada alumno.
- Retomar el contacto con la
naturaleza, respetando el medioambiente. Creación de una conciencia ecológica
mediante el mantenimiento de huertos en las escuelas.
- Dedicar más tiempo a las
actividades y dejar que estas marquen el tiempo a invertir en ellas y no al
revés.
- Sentir con calma,
permitirse ser consciente de cada cosa que vivimos, experimentar una y otra vez.
Todo lo anterior ha de llevar a un
aprendizaje significativo, un aprendizaje más profundo, que tendrá más calado
en el alumno y por tanto no se olvidará con tanta facilidad como el aprendizaje
basado en ofrecer la maya cantidad de contenidos en el más corto espacio de
tiempo posible.
¿Os suena de algo alguna de las
propuestas que mencionan? En efecto, muchas de ellas ya fueron promovidas por autores
anteriores, como Maria Montessori, John Dewey o Célestin Freinet, entre otros,
y de hecho, los colegios que siguen la pedagogía Montessori, como más arriba he comentado, se catalogan como "slow schools".
Por tanto, una idea no del todo
novedosa, aunque sí es cierto que va contracorriente en el momento actual en
que la innovación tecnológica parece ser la solución a todas las dificultades
de aprendizaje.
Es además en mi opinión, una
llamada a vivir el momento presente que entronca con la disciplina de Mindfulness (también
muy de moda en la actualidad) y que busca que ganemos consciencia de nosotros
mismos y nuestra realidad presente. Esto tiene impacto positivo a nivel
neurológico, al activar zonas del cerebro que de otro modo no lo harían, y
emocional, facilitando la capacidad de atención de la persona y ayudando a los
alumnos a situarse en el momento presente.
Tras indagar en este movimiento,
surge la pregunta: ¿Será cuestión de tiempo que todos los colegios se
conviertan en "slow schools"? En mi opinión, no será así. De igual modo que
afirmamos que cada niño es un mundo en sí mismo y aprende de diferente manera,
las expectativas e inclinaciones de los padres son también diferentes. Por lo
tanto, lo que tras documentarnos sobre el tema parece imprescindible para el
desarrollo integral de los alumnos, no
ha necesariamente de parecerle bien a todos los agentes implicados, por lo que
creo que si este tipo de escuelas se generaliza, seguirá conviviendo con
escuelas más tradicionales.
¿Cuál es vuestra opinión? ¿Creéis
que las escuelas "slow" han llegado para quedarse o que serán una
moda que no tendrá trascendencia?
FUENTES
Acerca de la irracionalidad de
Pi:
http://www.abc.net.au/news/2011-03-04/happy_birthday_pi/44652
Acerca del movimiento Slow:
Asociación Slow People: http://www.slowpeople.org/index.php
Entrevista a María Novo en la
revista Natura Hoy, de 20 de enero de 2018: http://www.naturahoy.com/naturaleza/entrevista-maria-novo-villaverde-catedra-unesco-educacion-ambiental/
Powerful learning practice blog:
http://plpnetwork.com/2014/08/26/time-fight-slow-education/
Navarro Redondo, I: "Slow
education: el poder de la "pedagogía del caracol" en la primera
infancia.". Trabajo Fin de Grado en Educación Infantil (Universidad Internacional de la
Rioja).
Webs colegios:
http://www.xixupika.com/
http://www.colegioandolina.org/
http://eskola.urtanta.net/
http://www.madridmontessori.org/
http://colegioswaldorf.org
http://www.summerhillschool.co.uk/
Me parece un artículo muy interesante y, antes de comentarlo, quiero detenerme en el ingenioso comienzo. Creo que con la aclaración del significado del blog, la autora ha hecho uso, precisamente, de ese "disfrutar el camino recorrido" que propone el movimiento del que trata el texto. La prisa nos habría llevado a no detenernos en explorar el nombre, pero ella lo ha hecho. A continuación, paso a comentar el artículo en sí. Creo que el planteamiento de estas escuelas es muy positivo y aporta reflexiones acerca del modelo educativo muy necesarias. Sin embargo, siempre me sucede lo mismo con este tipo de iniciativas, y es que inevitablemente me surge la pregunta de a quién quedan relegadas. ¿Existen escuelas que pongan esto en práctica desde la educación pública? ¿O que ofrezcan becas para que accedan personas que no puedan permitirse pagarlas? Opino que la cuestión socioeconómica está ligada a este debate, puesto que al final puede ocurrir que accedan a este tipo de educación personas de determinada clase social que, a su vez, dada su formación y procedencia, pueden aspirar a determinados puestos de trabajo con condiciones más ventajosas para poner en práctica este "movimiento slow" en diversos ámbitos. ¿Sucede lo mismo con otro tipo de trabajos precarios? ¿Quién puede permitirse parar en el ritmo frenético del capitalismo y quién no? Por último, felicitar a la autora, su artículo me ha gustado y me ha ayudado a reflexionar sobre esta cuestión.
ResponderEliminarHola! Enhorabuena por tu post Lola, me ha gustado mucho. La filosofía "slow" es necesaria en muchos aspectos de nuestra vida, pero me da la sensación de que cada vez estamos más lejos. Nos cuesta bajar el ritmo, incluso el fin de semana que empieza siempre con la inercia de la semana "atropellada" que llevamos muchos, hasta que empezamos a bajar revoluciones. Me preocupa que ese ritmo se lo estemos transmitiendo a nuestros hijos, que les metemos prisa para hacer todo, desde que se levantan hasta que los metemos deprisa en la cama para dar por terminado el día. Voy a intentar interiorizar y utilizar como mantra en mi vida lo que pones en el último punto de las líneas principales: "Sentir con calma, permitirse ser consciente de cada cosa que vivimos, experimentar una y otra vez".
ResponderEliminarLa verdad es que da que pensar. Me ha encantado el post. Yo soy muy partidaria de ese modo de vida "Slow" e intento fomentarlo en mi familia. Me pasa cuando voy de vacaciones, me gusta perderme en los pueblos del norte, y vivir a otro ritmo. El problema es que al regreso de las vacaciones, volvemos a los ritmos acelerados de las grandes ciudades y con ellos los centros escolares. Es cierto que la teoría de estos centros es muy positiva, pero como está constituida la educación en España, lo encuentro, efectivamente poco probable de proliferar. Creo recordar que una compañera nos contó el cambio de un colegio "slow" a uno normal y su experiencia, no fue muy buena.
ResponderEliminarOjala fuésemos capaces de no enfocarlo todo en evaluaciones pero no creo que tal y como está montado nuestro sistema educativo, es imposible.