domingo, 11 de febrero de 2018

CTM para todos


¿Alguna vez te has preguntado por qué las asignaturas obligatorias de bachillerato son lengua y literatura, matemáticas e historia? Parece obvio que todos los ciudadanos debamos afianzar unos conocimientos básicos sobre el lenguaje que hablamos, conceptos numéricos que necesitamos para nuestro día a día, y los hechos que ocurrieron en el pasado para comprender la situación presente. Pero, ¿qué ocurre con el futuro? ¿Cómo podemos evitar catástrofes ecológicas o incluso bélicas? Me gustaría proponer una alternativa relacionada con la enseñanza del medio ambiente y la gestión de los recursos naturales en este período. En este ensayo ofreceré un punto de vista que parece muy obvio para unos, pero pasa inadvertido para otros.

En estos momentos de la historia nuestro planeta está viviendo el fenómeno denominado cambio climático. Este concepto es bien conocido por todos, pero lo que subyace tras éste parece que todavía no queda tan claro.  Las causas del calentamiento global son conocidas: el aumento de partículas contaminantes en la atmósfera provenientes de la extracción, refinación y quema de combustibles fósiles, de las explotaciones agrarias, ganaderas y mineras y de otros procesos también de origen natural. El gran problema es que estas acciones vienen demandadas por una sociedad ultraconsumista. Somos incapaces de comprender que este consumo desmesurado de recursos que llevamos a cabo día a día, en definitiva, es el causante de provocar graves desigualdades sociales (especialmente entre los países del norte y del sur), aumentar el número de incidencias de ciertas enfermedades, incrementar el número de catástrofes naturales, y desencadenar guerras por el control territorial de los recursos naturales. Creo que todos sabemos qué es el cambio climático, pero realmente sólo vemos la punta del iceberg.

En primer lugar, voy a hablar sobre los efectos que la contaminación tiene sobre nuestra salud. Es un hecho que cada vez el número de personas que presenta alguna alergia es mayor. Yo misma con 30 años he desarrollado asma bronquial. El número de casos de enfermos de cáncer también se está incrementando. No sé, quizá tenga algo que ver que con lo que comemos, bebemos y respiramos... En definitiva, el estado de la salud humana se encuentra en detrimento y resulta que precisamente estas estadísticas coinciden con la destrucción del planeta: liberación de gases y partículas nocivas a la atmósfera, tala masiva de masas forestales, vertidos químicos y basuras a ríos, mares y suelos, y extensión de campos de monocultivos transgénicos son solo algunos ejemplos.

En segundo lugar, quiero desarrollar ejemplos sobre las explotaciones agrarias. Vivimos de lo que consumimos, y lo que consumimos son nuestros recursos naturales. Vamos a ver el ejemplo de los recursos alimenticios. Por ejemplo, nos alimentamos de lo que producimos en los campos, de lo que la tierra nos da. Esto es obvio. ¿Pero está en conocimiento de todas las personas que, por ejemplo, los campos de monocultivos representan un modelo agronómico perjudicial que ha provocado y provoca crisis sociales y ambientales? Sociales porque son sólo unos pocos los que controlan las grandes extensiones de monocultivos, monopolizando los recursos y, por tanto, desplazando y desfavoreciendo a las comunidades locales. Además, este modelo agronómico produce eventualmente un profundo déficit hídrico muy peligroso para las poblaciones, especialmente las que habitan en regiones áridas. Por otra parte, la sobreexplotación o uso intensivo de fertilizantes en el suelo provoca la inutilización de éste, acabando con su fertilidad natural. Estos productos químicos migran a través de la tierra, provocando contaminación no sólo en la propia tierra sino también en el agua y el aire y en consecuencia, causa la pérdida de biodiversidad. Pero esto es solo el principio. Los productos que se cultivan en estos campos son mayoritariamente transgénicos. Los cultivos transgénicos son extremadamente vulnerables a plagas nuevas. Los insectos desarrollan resistencias contra los plaguicidas empleados en estos campos de cultivo y contra los “genes insecticidas” con los que estas plantas han sido equipados en laboratorio, de manera que estos insectos una vez mutados son capaces de arrasar plantaciones enteras. Por tanto, las grandes extensiones de monocultivos transgénicos representan un enorme peligro no solo para la salud humana sino para la economía global de un país que basa ésta en un único recurso.

Ahora quiero mencionar un ejemplo concreto de una economía gravemente afectada por la sobreexplotación de un recurso: la crisis de los granjeros durante la Gran depresión de Estados Unidos. El uso intensivo de los suelos provocó un agotamiento de los nutrientes y minerales en éstos, dejando suelos inservibles, desertificados que además provocaban nubes y lluvias de polvo y arena. Los agricultores lo perdieron todo, no solo no podían pagar las hipotecas de sus granjas, sino que no tenían alimentos para comer ni ellos mismos ni las personas que vivían en estas regiones rurales, generando la famosa crisis económica que movilizó a miles de ciudadanos.

Otro evidente ejemplo relacionado con la explotación de los recursos naturales son los conflictos bélicos que han tenido y tienen lugar en África y Oriente Medio. Las disputas entre Irán, Irak y Kuwait han mantenido en permanente conflicto a estas naciones por tener el control sobre los territorios donde se halla el petróleo; en África, el continente más rico en recursos naturales, la gente muere de hambre y estos recursos se utilizan incluso como fuentes para financiar guerrillas internas: minas de coltán, diamantes y maderas de sangre… Y lo más triste de todo es que siempre es Occidente quien de una manera u otra es la que representa el papel de “el que parte y reparte”. No nos olvidemos de nuestra participación en la guerra de Irak, y si no, que le pregunten a Cepsa. 

Por otra parte, tenemos que saber que no todo está perdido, que las energías verdes son reales, que el modelo de desarrollo sostenible es viable. Que, si España es el país europeo con mayores horas de sol, no debería ser de los que menos energía solar producen.

Es obvio que los intereses internacionales no van a desaparecer, y problamente de alguna manera u otra siempre habrá disputas e incluso guerras. Wonderland no existe. Pero una población no ignorante, votará a políticos no ignorantes, y quizás una sociedad educada al respeto por la naturaleza invita al respeto por los demás seres humanos también. No vamos a cambiar nuestro modelo de vida drásticamente, pero poco a poco podemos introducir el cambio, la transformación. Concienciar a la ciudadanía que una forma alternativa de vida es posible sin tener que renunciar al bienestar. El poder de las generaciones futuras es el más valioso. Tenemos el ejemplo de los niños que aprenden a reciclar en la escuela y a continuación enseñan a sus padres a reciclar en casa. Enseñemos a todos los chavales de hoy a conocer y respetar la tierra y los seres vivos.

Los casos mencionados arriba son solo algunos ejemplos de la grave problemática que acarrea el desconocimiento del funcionamiento y gestión de nuestro planeta. Cómo podemos evitar crisis económicas, menguar conflictos bélicos, luchar contra la degradación de la salud humana y contra la destrucción de los distintos hábitats del planeta, se puede aprender. Se puede aprender si desde jóvenes se tiene la oportunidad de que exista un lugar, además del hogar, donde se pueda aprender abiertamente sobre ciencia y recursos naturales.

Creo firmemente que si todos los ciudadanos del mundo tuviésemos una educación ambiental sólida (que no termine en 3º de la ESO) tendríamos directivos de empresas y líderes concienciados que pondrían en marcha políticas medioambientales urgentes considerando las necesidades más inmediatas y las de siglos venideros. Es muy difícil revertir los daños ya causados, por ello necesitamos jóvenes formados y concienciados que en un futuro serán ciudadanos cultos, responsables en el consumo y respetuosos con los demás habitantes del planeta y la naturaleza.  

4 comentarios:

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  2. ¡Excelente artículo, Diana! Yo soy una de las que le parece muy obvio el respeto por el medio ambiente pero no veo mucho apoyo a mi alrededor, así que considero fundamental reivindicarlo. Algo tan sencillo como reducir residuos o reciclar puede ayudar mucho, entre otras cosas, pero tristemente una de las excusas que más oigo es, “no lo hago porque nadie lo hace”. La gente no está concienciada.
    Asignaturas como matemáticas y lengua tienen que ser obligatorias pero no toda la educación se debe centrar en ellas. Como bien dices CTM debería ser también de carácter obligatorio por el bien de todos. Concienciar a la sociedad de la importancia que tiene el medio ambiente es algo que debe hacerse desde el colegio, al igual que de las consecuencias de vivir en un “planeta enfermo”.
    ¡Ojalá poco a poco se consiga!

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  3. ¡Enhorabuena por tu post, Diana!
    Estoy totalmente de acuerdo contigo. Actualmente se tiende a hablar del cambio climático pero, eso sí, centrándose únicamente en las consecuencias de este fenómeno, quejándose sin plantearse las posibilidades de detenerlo.
    Es ahí donde ha de entrar la concienciación de los alumnos con una asignatura como es CTM, de carácter obligatorio y que les inculque la necesidad de cuidar el medio ambiente desde su posición y en la ubicación en la que se encuentren.

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  4. Diana, me ha encantado tu post!!!
    No puedo estar más de acuerdo con que se siga fomentando la educación medioambiental en los cursos posteriores a 3ºESO.
    Creo que muchos de los jóvenes de nuestras aulas no ven necesario la regla de las 3 erres (reciclar, reutilizar y reducir) porque dicen que a ellos no les va a repercutir, sino a generaciones futuras (por lo menos estas han sido las contestaciones de mis alumnos en mi clases de prácticas), ya que mi unidad didáctica era el medio ambiente.
    Creo que nuestra labor es inculcarles el amor y respeto por el medio ambiente.

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