¿Educación emocional? Hace no mucho tiempo, oír a la gente
hablar de ello, o simplemente escuchar la palabra educación, unida a la palabra
emoción, era casi imposible, pero en la sociedad actual, en la educación del
Siglo XXI está cogiendo cada día más peso, se hace indispensable que se enseñe
en los centros educativos. Un concepto que irrumpió con mucha fuerza en el
mundo empresarial y que se empezó a introducir rápidamente en otros ámbitos, y
la educación fue uno de ellos.
Educación y emoción, dos palabras que en principio parece
que no tienen relación, pero que si buscamos una definición profunda de cada
una de ellas parece que sí que están vinculadas más de lo que pensamos la una
con la otra.
Educación es la formación destinada a desarrollar la
capacidad intelectual, moral y afectiva
de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la
sociedad a la que pertenecen. Destaco en negrita la palabra “afectiva” porque
ahí es donde se une la formación con la emoción, con la formación de la
capacidad afectiva de las personas. La educación no consiste únicamente en una
educación formal en contenidos intelectuales y morales, sino también tiene que
ver con una formación afectiva.
La afectividad es aquella capacidad de reacción que presenta
un sujeto ante los estímulos que provengan del medio interno o externo y cuyas
principales manifestaciones serán los sentimientos
y las emociones.
La emoción es la reacción que presenta un individuo ante
ciertos estímulos cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo
importante.
Las principales emociones básicas. Lo que se ha denominado
the big three son el miedo, la ira y la tristeza. Miedo, ansiedad y estrés
constituyen un grupo de emociones que afectan a muchas personas y son una de
las causas principales de malestar.
Aprender a tomar conciencia de estas emociones para
regularlas de forma apropiada puede contribuir a prevenir trastornos
emocionales y potenciar el bienestar.
Ahora sí que podemos ver la relación que tienen ambas
palabras y podemos hablar entonces de educación emocional. Es decir, el centro
tiene que enseñar a los alumnos a aprender a gestionar sus emociones ante
diferentes situaciones, de forma que la formación en las escuelas permita un
desarrollo integral del alumno, tanto en aspectos formales como son los
conocimientos intelectuales como en aspectos más informales como son las
emociones, y el aprender a actuar antes distintos sucesos.
Pero… ¿Y porque?
Para poder dar respuesta a esa pregunta vamos a centrarnos
en definir en que consiste la educación emocional.
La educación emocional, es aquella que da respuesta a una
serie de necesidades sociales que no quedan cubiertas en la educación formal. Con
otras palabras, es la educación que promueve que las personas adquieran una
serie de competencias llamadas emocionales para el desarrollo de su vida
diaria.
Sí, es verdad que con esta definición podemos pensar que la educación emocional se
debe enseñar desde el entorno familiar, en casa, y desde pequeños, pero no es
competencia únicamente de la familia, sino también del centro. La familia puede
ayudar y enseñar a los niños a conocer y controlar ciertas emociones que se dan
en el ámbito familiar, pero hay muchas otras emociones que surgen en otros contextos o situaciones
que no se dan en dicho ámbito, sino que se dan en la escuela o en cualquier
otro.
Además, muchas veces y por desgracia, en la sociedad actual
muchas familias no tienen tiempo o no se encuentran en una situación idónea
para formar a los niños en este tipo de educación, y no por ello se les tiene
que privar de ella. Para eso están los centros educativos, para darles la
posibilidad de aprender y desarrollarse como personas, y poder prevenir
numerosos trastornos emocionales que pueden surgir por su situación familiar.
Pero para ello, en primer lugar los docentes tienen que
aprender a entender y regular sus emociones para poder dirigir y enseñar a los
alumnos esa misma tarea. No sirve de nada que hablemos de educación emocional
en el centro, si los profesores no están formados en la misma y no controlan
sus emociones, difícilmente podrán ayudar a sus alumnos a hacerlo.
¿Porque es necesario potenciar la educación emocional en los
centros educativos especialmente en la educación secundaria?
En educación secundaria, la edad de los alumnos oscila de
los doce y diecisiete años y en ese momento se encuentran en una etapa de
cambio. Es el momento en el que les surgen inseguridades, baja autoestima,
comportamientos compulsivos, que hay que ayudarles a controlar y saber actuar
en base a la aparición de los mismos, tanto desde dentro del seno familiar como
desde los colegios, que es básicamente donde más tiempo pasan diariamente.
Existen numerosas experiencias de educación emocional en las
clases de educación secundaria. Yo quiero centrarme e invitaros a probar a
introducir la práctica conocida como Mindfullness.
Esta práctica consiste en poner atención de manera
intencionada sobre tu experiencia presente, tanto interna (pensamientos y
emociones) como externa (los cinco sentidos), sin juicio. No es otra cosa que
acostumbrarse a un estado mental más presente, abierto y atento.
Algunos de los beneficios derivados de esta práctica son una
mayor capacidad de concentración, el aprendizaje de la gestión emocional y
control de los impulsos, una mayor capacidad reflexiva, una mayor empatía y
compasión, entre otras cosas.
Para aplicar la técnica del mindfulness hay diferentes
ejercicios en función de la edad de los alumnos. Para los estudiantes más
mayores, podemos aplicar ejercicios como:
Reconocimiento del
cuerpo
Consiste en que los estudiantes se acuesten en el suelo y se
relajen. Luego tienen que, desde los pies a la cabeza, poner atención a cada
parte de su cuerpo, llevando su respiración mentalmente hacia allá para relajar
completamente. Es imprescindible pedirles que presten más atención en aquellas
partes del cuerpo en las que se concentren tensiones, como son el estómago, el
cuello, los hombros o la cara.
Contar al revés
Esta
técnica consiste en que los estudiantes se sienten cómodamente apoyando su
espalda en la silla y que cuenten hacia atrás de 100 a 1, esto requiere más
concentración y los ayudara a mantenerse enfocados. Tienen que intentar no
pensar en otra cosa, solo quedarse con los números. Una vez que lleguen al 1 se
deben quedar en silencio y registrar mentalmente sus sensaciones y emociones.
Disolver un pensamiento
Los estudiantes inhalan profundamente a través de su nariz
mientras cuentan lentamente hasta 4, al exhalar deben hacerlo a través de su
boca repitiendo el conteo. Pídales que imaginen que cada pensamiento que tienen
en ese momento es una nube que se forma encima de su cabeza y que vean
mentalmente esa nube mientras inhalan, pídales que disuelvan la nube al
exhalar. Deben repetir este proceso con cada nuevo pensamiento.
¿Y vosotros? ¿Estáis de acuerdo en la necesidad de
introducir este tipo de educación en los proyectos educativos? ¿Cómo docentes,
lo aplicaríais?



Un post muy interesante Jenny :)
ResponderEliminarYo estoy completamente de acuerdo en introducir la educación emocional en las aulas, aunque sea de manera transversal. Una buena estabilidad emocional ayuda a aumentar la autoestima, lo que conlleva a un buen desarrollo de otras capacidades y aptitudes, como comentas. Pienso que debemos acabar con los tabúes que intentan hacer ver que las personas sensibles son débiles porque muestran sus sentimientos, cuando todos nos sentimos mejor tratando con gente que es capaz de aceptarse tal y cómo es y que no tiene miedo al qué dirán. También creo que este tema debe empezar a tratarse desde edades tempranas para que se vaya interiorizando a lo largo del crecimiento de las personas.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha parecido un tema interesante y por eso he querido profundizar. Como idea me parece estupenda, tanto lo referente a procesar nuestras propias emociones como a educar en ese sentido, pero tengo que decir que, seguramente por desconocimiento, soy totalmente escéptica. Es decir, repito que seguramente por desconocimiento, no se de qué manera uno puede aprender a lidiar con ciertas emociones, como pueden ser la tristeza o el estrés. Está claro que en cualquier individuo medianamente racional cabe la posibilidad, ante una situación concreta de tristeza, de estrés o de ansiedad, de pensar racionalmente y "quitarle peso" a determinadas situaciones que originan esas emociones, pero aún así no veo (y nunca he conseguido experimentar) la aplicación de ese pensamiento racional como freno a una emoción de ese tipo.
ResponderEliminarIntentaré informarme más profundamente en este sentido puesto que, si lo considero fundamental para mi, como bien dices en tu post la etapa adolescente puede ser realmente dura para algunos jóvenes, y todas las herramientas son pocas para luchar contra determinadas vivencias, sensaciones, emociones o problemas.
Muchas gracias por tu aportación Jennifer. En los pocos días que llevo de prácticas me he dado cuenta de que son las emociones las que mueven a los chavales. Sobre todo cuando se trata de segundo y tercero de la ESO.
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