Hoy en día internet es más que necesario tener tiempo para acceder a contenidos de calidad y poder hacer una selección adecuada de la información.
Aunque ha crecido mucho el acceso a dispositivos digitales, los contextos y oportunidades para aprovechar su utilidad no parece que crezcan al mismo ritmo. Los retos más importantes no son los relativos al equipamiento y formación, sino que tienen que ver con repensar el para qué se ofrece formación.
En el informe Students, Computer and Learning (2015), se hacen las siguientes consideraciones:
- Recursos invertidos en tecnología digital han beneficiado, entre otras cosas, al aprendizaje de “habilidades digitales”
- Educar a estudiantes como consumidores críticos, para que puedan tomar decisiones informadas
- Tecnologías digitales deben ser entendidas como un apoyo que favorezca una educación centrada en el estudiante y desarrolle habilidades fundamentales para las sociedades del siglo XXI.
Internet no es solo una biblioteca
Internet ha dado lugar a una reconceptualización en el valor del conocimiento. Se deconstruyen nociones que teníamos sobre el conocimiento: el único conocimiento válido es el experto; las instituciones educativas son las que tienen el monopolio de impartir y reconocer el conocimiento; el conocimiento experto puede prescindir de construir vínculos con otras disciplinas; los canales utilizados por los circuitos expertos (journals científicos, enciclopedias o editoriales) son las únicas formas válidas de acceder al conocimiento confiable, entre otras.
Literacia y habilidades obtenidas de experiencias no planeadas
Julio Carabaña Morales en el texto “La inutilidad de PISA para las escuelas” (2015), explica que literacia es un neologismo en español, que va más allá del “alfabetismo funcional”, ya que implica además de conocimientos, destrezas y habilidades, se entiende como la capacidad de aplicar los conocimientos en la vida real. Depende de tres conjuntos de destrezas: localizar información contenida en los textos, comprenderla e interpretarla y saber reflexionar o tomar partido ante la misma.
Según este autor, esta prueba (PISA) evalúa un conjunto de habilidades que se aprenden a lo largo de la vida, que no dependen de una pedagogía, ni un currículo determinado, ni se gestionan únicamente desde el aula. Por tanto, se pregunta ¿tiene sentido entonces comparar sistemas educativos si estos aprendizajes se desarrollan de manera más abierta y multicontextual?
La red es el aprendizaje
El desafío está en ser capaces de ver, reconocer y aprovechar los posibles espacios de aprendizaje, ya que parece aceptado que el aprendizaje puede darse en cualquier momento y situación. El conocimiento que se valoraba en las sociedades predigitales ha cambiado sustantivamente. César Coll (2013) habla de una nueva ecología del aprendizaje que se plantea bajo tres parámetros claves:
1. El aprendizaje se produce, y se producirá cada vez más, a lo largo y a lo ancho de la vida.
2. El aprendizaje está y estará modelado por las TICs, ofreciendo posibilidades de aprender más allá de contextos determinados.
3. El desarrollo de habilidades y competencias genéricas y transversales para seguir aprendiendo en diversas situaciones y contextos jugarán un rol clave.
Debemos buscar nuevos mecanismos de evaluación, en sintonía con estas transformaciones, instrumentos que reconozcan la progresión de diversas expresiones de conocimientos en múltiples contextos de aprendizaje.
El renacimiento de la evaluación
La socialización y la masificación de las tecnologías digitales han sido básicas para la generación de fuentes inagotables de nuevos conocimientos. Continuamente tenemos la sensación de desbordamiento cognitivo que nos afecta a todos, aunque sea en distintas medidas.
La evaluación ha sido considerada como un medio para la rendición de cuentas, no sólo de los niños, sino también de los maestros y de las escuelas. La rendición de cuentas en sí no es un inconveniente, pero sí lo son algunos de los efectos que ésta genera. Si por ejemplo, en vez de ofrecer instrumentos de retroalimentación a los profesores y estudiantes evaluados, se opta por construir rankings y comparaciones, sobre cuánto han aprendido los estudiantes de uno o más sistemas, o de un grado en particular.
La propuesta es dirigirnos hacia minipruebas independientes o nanoevaluaciones que se integren de forma natural en las actividades de aprendizaje para que la evaluación sea continua y no intrusiva.
La evaluación debería estar basada en la experimentación constante, la capacidad de aplicar e integrar conceptos, contextos y fuentes, adoptando metodologías innovadoras y lógicas más flexibles que las que hoy se observan.
Hacia la articulación de diferentes formas de evaluación: buscando nuevas perspectivas de análisis
Según Emily R. Lai y Michaela Viering (2012) para el National Council on Measurement in Education de Vancouver, Canadá, cuando ofrecemos a los estudiantes la oportunidad de trabajar de manera conjunta, estamos estimulando su pensamiento crítico, la motivación y la metacognición.
¿Cómo se miden estas experiencias de aprendizaje activo?:
· Reportes personales
· Escalas de calificación
· Evaluaciones estandarizadas
· Medidas observacionales
Las evaluaciones deberían basarse en tareas auténticas, problemas del mundo real que resulten significativos para los estudiantes.
La educación del futuro
Dan Schwartz, profesor asistente en la Escuela de Graduados en Educación de la Universidad de Stanford, al intentar imaginarse la educación en 2030, señala algunas mejoras para llegar a ese futuro:
• La ciencia habrá mejorado su comprensión del proceso de aprendizaje y de las condiciones adecuadas para optimizarlo; que conllevarán a una mejora continua de la enseñanza
• Las evaluaciones medirán la preparación de los estudiantes para aprendizajes futuros, más que el conocimiento aprendido; medirá su la capacidad de aprender nuevos contenidos o materiales que no enseñados en clase; y se evaluará su capacidad de seguir aprendiendo. De esta manera se eliminarán las barreras disciplinares, burocráticas y culturales favoreciendo el aprendizaje basado en problemas.
A continuación, se describen siete vectores que pueden ser de utilidad:
1. En vez de valorar lo que mides, mejor mide lo que valoras
Ante el momento de la evaluación, debemos pararnos a reflexionar sobre qué es lo que nos interesa valorar de los conocimientos adquiridos por los alumnos, por eso, primero se ha de pensar qué es lo que realmente tiene valor de todo el proceso de aprendizaje y así poder buscar la fórmula adecuada para medirlo. Seguramente lleguemos a la conclusión de que lo mejor es una combinación de distintas técnicas. Tenemos dos tipos, en función de lo que miden y de cuándo se aplican cada una de ellas:
- Técnicas Sumativas: se aplican después de que el aprendizaje se haya completado. Sirven para medir la adquisición de conocimientos, habilidades o destrezas en un momento puntual del proceso de aprendizaje. Un ejemplo serían los exámenes.
- Formativas: se aplican a lo largo del proceso de aprendizaje. Son indicadoras del progreso realizado por el alumno. Un ejemplo son las rúbricas de evaluación.
A la larga se tenderá a buscar técnicas que nos permitan comprender cómo se produce el aprendizaje, más que cuánto se sabe.
2. Reconocer, valorar y promover un mosaico de habilidades no cognitivas extracurriculares
En el artículo se definen las habilidades no cognitivas como la representación de patrones de pensamiento, sentimientos y conductas que las personas desarrollan tanto dentro de la educación como a lo largo de sus vidas y por tanto son básicas para el desarrollo de las personas. Algunas de estas habilidades son la perseverancia, la responsabilidad, la cooperación, el desarrollo personal, el desempeño académico, el espíritu cívico o participación ciudadana. Estas habilidades, que se suelen pasar por alto, se deben fomentar desde las escuelas, aunque este no debería ser el único foco de actuación, sino que se debería completar su desarrollo en la familia y en la propia comunidad.
Las habilidades no cognitivas favorecen el desarrollo de las habilidades cognitivas y tienen un impacto significativo en el rendimiento de los individuos.
Además, son de especial importancia para los empleadores de las empresas del futuro, que buscan habilidades más allá de los conocimientos teóricos.
El reto que se nos plantea a través de este artículo es llegar a poder medir de manera fiable tanto las competencias interpersonales como las competencias intrapersonales. Para ello se deben diseñar los métodos adecuados.
3. Más que el tiempo en clases, lo que cuenta es cómo aplicas lo aprendido
Estamos hartos de oir hablar de la formación en competencias, pero lo que está claro es que es la base de la educación del futuro.
Hasta ahora se ha estado llevando a cabo lo que conocemos como evaluación tradicional, la cual facilita el trabajo al docente porque permite estandarizar y uniformizar la evaluación del alumno. Pero este tipo de evaluación no mide el nivel de dominio de una habilidad, sino una serie de conocimientos adquiridos hasta el momento. Se debe buscar que el alumno aprenda a desarrollar una serie de habilidades estratégicas en lugar de estudiar para los exámenes. Con esta idea pasamos al siguiente nivel: la evaluación por competencias.
La evaluación por competencias no puede limitarse a medir un conocimiento o habilidad específica, ni a los estándares de rendimiento esperados, incluso ni a comportamientos y prácticas a evidenciar, sino que debe comprender actitudes, percepciones y emociones que se definen y se redefinen de una forma situacional por la interacción de factores personales y situacionales (social, cultural…). Se debe demostrar la adquisición de ciertas habilidades en un contexto determinado.
Este tipo de evaluación requiere de una revisión constante para poder adaptarla a los ritmos de aprendizaje del alumnado y poder así tender de una manera más cómoda a la individualización y flexibilización de los programas de enseñanza.
4. Crear nuevos mecanismos de reconocimiento social y de saberes y destrezas
Dado que el ecosistema del aprendizaje está cambiando es necesario repensar las formas de evaluar con nuevos y mejores instrumentos. Se requiere de métodos más flexibles para poder reconocer las habilidades y conocimientos (nano-certificados, pasaportes de habilidades, credenciales,reconocimiento entre pares y huellas digitales entre otros). La mayoría de las competencias debe evaluarse utilizando más de un método, como ya dijimos anteriormente.
Estamos en tiempos de co-construcción del conocimiento, por lo que éste se puede producir en cualquier contexto en el que nos encontremos, no es exclusivo de la escuela.
Algunos ejemplos de mecanismos de reconocimiento social de conocimientos y habilidades son las rúbricas y las insignias digitales. Estos métodos se pueden y deben utilizar de manera complementaria.
Las rúbricas: pueden ser individuales, entre pares o colectivas. Las hay holísticas (que evalúan el aprendizaje de una manera global) y analíticas (que se centran en algún área del aprendizaje). También pueden centrarse en dar una calificación o ser de tipo formativas.
Las insignias digitales: son símbolos o indicadores de un logro vinculado a una habilidad, competencia o interés. Se le otorga a alguien una insignia cuando cumple con una serie de logros y/o evidencias. Pueden estar sujetas a un periodo de duración o caducidad que haga que deban renovarse.
Lo que se busca es modificar los enfoques tradicionales de evaluación buscando nuevos métodos más complejos que nos aporten una mayor información sobre las formas de aprender de los individuos.
5. No todo lo que cuenta es contable ni todo lo que es contable cuenta
Las analíticas de aprendizaje son herramientas que sirven para analizar la efectividad de las estrategias en el aprendizaje. Ofrecen una aproximación a la integración e interpretación de diversas fuentes de datos.
Algunas expectativas que podemos tener de las analíticas de aprendizaje son: que pueden contribuir a ajustar contenidos y así poder ofrecer servicios personalizados para mejorar la comprensión en el proceso de enseñanza; ayudan a combinar los datos de los estudiantes para identificar qué servicios pueden resultar más útiles en un determinado perfil y predecir posibles comportamientos; analizar el aprendizaje a través de dimensiones conductuales, afectivas y cognitivas a través de datos académicos y encuestas de satisfacción, por ejemplo.
Algunos desafíos o posibles problemáticas que se pueden plantear las analíticas de aprendizaje son: que se debe hacer un buen uso de los datos (protección de la privacidad y la ética); hay que tener cuidado con las correlaciones de las variables, ya que no necesariamente conllevan causalidad y pueden llevar a interpretaciones equívocas; son relativamente nuevas y hay algunos matices que son incapaces de reconocer; solo recogen datos, haciendo que ciertos matices más sutiles se pierdan, por lo que esto no es suficiente para dar información de demasiada calidad en cuanto a rasgos personales, por ejemplo, por eso deben ser un medio y no un fin en sí mismas.
6. El error como una buena solución: retroalimentación positiva y reforzamiento
La idea de “equivocarse de manera inteligente” es lo que hace que aprendamos de nuestra experiencia, no ver al error como enemigo si no como aliado en el proceso de aprendizaje.
El error es un recurso muy importante ya que marca el camino a la resolución del problema, pero debe contar con retroalimentación cuando este aparece, ya sea por un agente externo (un profesor, un compañero, alguna experiencia, libros, etc), en definitiva, todo aquello que ayude a entender el error y a proporcionar una retroalimentación. El profesor debe de ser el guía que oriente al alumno para reformular el comportamiento erróneo, dejando siempre que sea éste el que realmente lo resuelva para que pueda existir un aprendizaje real.
La retroalimentación tiene cuatro niveles: la tarea, el procesamiento, la regulación y la autocompresión. Se trata de analizar, entender y corregir aquello en lo que se ha fallado.
Con la evaluación formativa, la retroalimentación ofrece información crítica sobre el proceso de aprendizaje, ya que brinda a los docentes información clave sobre cómo y cuánto se aprende, así como las áreas que necesitan ser mejoradas.
7. Transitar del equipamiento 1:1 hacia una enseñanza (más) individualizada
Nicholas Negroponte en el año 2000 lanza la idea One Laptop Per Child todo ello para una alcanzar una enseñanza tecnológica más individualizada.
Se registra un creciente número de países desarrollados y en vías de desarrollo que están implementando esta iniciativa mientras que en otros casos algunas de estas políticas se están centrando en una mejor equipación tecnológica. El equipamiento debe conllevar a su vez una formación docente y una mejora de las técnicas de metodología a nivel informático; no es suficiente con dotar a los centros de los dispositivos más avanzados, sino que se debe enseñar a utilizarlos de manera que se les pueda sacar el máximo partido, ya que es ahí donde se encuentra la verdadera innovación.
Un aprendizaje individualizado requiere avanzados métodos educativos, instrucciones estrategias pedagógicas y sobre todo conocer las necesidades del alumno, porque no debemos olvidar que esto se plantea para mejorar el aprendizaje del estudiante, la tecnología es solo la herramienta para llegar a ello.
La mejora en sí no debe basarse en un docente para cientos de estudiantes, cada uno de ellos dotado con un ordenador, sino que la innovación estará en llegar al alumno con una docencia personalizada adaptada exclusivamente a él, es decir la individualización está en la personalización de la enseñanza.
Fuente: Cobo, C (2016), La Innovación Pendiente.
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