jueves, 8 de febrero de 2018

“Las Transformaciones en la autoridad docente, en busca de una nueva legitimidad”.

El texto que se nos propuso como grupo para presentar fue: "Las transformaciones en la autoridaddocente, en busca de una nueva legitimidad". Es de Alicia Esther Tallone, Argentina, Licenciada en Psicología y miembro de la Organización de Estudios Iberoamericanos, para la educación, ciencia y cultura.

Era un texto bastante denso, pero del que pudimos obtener ideas y conceptos bastante importantes. Por ejemplo: diferenciar el poder de la autoridad, que a simple vista pueden parecer iguales, pero nada que ver.

El poder es la capacidad de coacción, frente a la autoridad que es el arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que quiera, debido a su influencia personal.

El poder tiene que ver con el "hacer" la obligación y la autoridad tiene que ver más con el "ser" la persona, el poder proviene del miedo, mientras que la autoridad del respeto y el poder tiene como producto final de meta individual, mientras que la autoridad es en conjunto.

 
Las condiciones históricas actuales hacen que el docente tenga dificultades para situarse en el punto justo entre el autoritarismo y la ausencia de autoridad. Por ello, también hemos querido hacer una referencia a la educación autoritaria diferenciándola de autoridad.

Una educación autoritaria no genera a niños más disciplinados ni obedientes. De hecho lo que crea son niños con baja autoestima o mal comportamiento. Una educación estricta priva a los niños de responsabilidad y autodisciplina, puede ser que aprendan a obedecer pero no a pensar por sí mismos y esto hace que de adultos no sepan gestionar la autoridad cuando deban.

Todo esto lo que genera es que "portarse mal es divertido".


 
¿Por qué hemos llegado a esto?

 
El papel del adulto como persona legítima para ostentar poder y autoridad ha desaparecido. Algunos autores, a los que hace referencia el texto, lo achacan al declive de la sociedad patriarcal; cosa con la que como grupo, no estamos de acuerdo. La apertura de la mujer en la sociedad o el cambio de modelo de familia tradicional, bajo nuestro punto de vista, no está reñido con la falta de autoridad. Simplemente los adultos han dejado de ser el modelo que los jóvenes imitan.

Ha cambiado el tipo de adultos en la sociedad. En el texto se hace referencia a 2 de estos tipos:
  1.  Es el adulto con papel tradicional. Usa viejas costumbres y está anclado al pasado. Quiere seguir viviendo en un mundo conocido, y es más cómodo para él. Esto presenta muchas grietas.
  2. El segundo tipo, es el que sigue sumergido en los valores de la cultura adolescente. Para estos, ser adultos no es un ideal. Muestran contradicciones: no reniegan de ser adultos, pero no quieren imitar lo que hicieron sus padres. Son inseguros e incapaces de ejercer autoridad.
Los adultos debemos aprender junto con los jóvenes la forma de dar próximos pasos, porque son ellos los "actores mejor dotados" para asumir los cambios. Tenemos que construir una cultura en la que el pasado sea útil y que el futuro está basado en el presente.

La sociedad está experimentando un nuevo modelo cultural. Hemos pasado de un modelo de sociedad en la que los adultos habían creado espacios de saber, de los cuales los jóvenes estaban aislados, eran espacios restringidos. Ahora estamos permitiendo que los jóvenes interactúen y formen parte de un mundo de adultos. La TV, la radio o internet han propiciado que esto haya sido así. Un ejemplo (igual un poco exagerado): es como si los adultos hubiéramos autorizado a los niños a asistir a la guerra. Hemos dotado a los jóvenes de la misma capacidad de decisión que un adulto.

¿Cómo incide esto hoy en la juventud? <<Ni los padres construyen el patrón-eje de las conductas, ni la escuela es el único lugar legitimado del saber, ni el libro es el centro que articula la cultura>>.



¿Qué sucede en el colegio? y ¿qué medidas se han tomado a lo largo de estos años?

La situación que vemos que se vive en las familias y la sociedad no es diferente en el ámbito educativo.

Buscando datos objetivos de la situación existente en el año 2009 (escogemos este año por ser el inmediatamente anterior al de la aprobación en 2010 de la Ley de Autoridad del Profesor en la Comunidad de Madrid), nos encontramos con la Memoria que el Defensor del Profesor - organismo creado por el Sindicato Independiente ANPE- realiza sobre sus actividades en Madrid. Esta Memoria se puede consultar aquí y los gráficos comentados en clase aquí.

Ante esta realidad de conflictos escolares y falta de autoridad del profesorado, se promulga la Ley 2/2010, de 15 de junio, de Autoridad del Profesor en la Comunidad de Madrid. ¡NO SE TRATÓ DE UNA LEY NACIONAL! Al contrario, cada Comunidad Autónoma ha ido discutiendo las propuestas realizadas por los partidos políticos que interesaban su aprobación, con el resultado de que solo 9 la han acabado aprobando (aunque la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre para la mejora de la calidad educativa -LOMCE-, ya recoge estas provisiones en su articulado).

Con esta ley se pretende reconocer y reforzar la autoridad del profesor y fomentar la consideración y el respeto que le son debidos, como su artículo 1 establece.

Con esta ley, al profesor se le otorga la condición de autoridad pública, gozando de presunción de veracidad los hechos que manifieste, y concediéndole derecho a asistencia jurídica. Asimismo, el profesor y/o el centro pueden recabar la colaboración de los padres/representantes legales en la aplicación de las normas de convivencia del centro, y en caso de que estas normas sean incumplidas por el alumno, deberá este proceder a la reparación del daño (sea físico o moral) y los padres/representantes legales podrán ser responsables civilmente.

Se pretende también dotarle de apoyo por parte de la Administración educativa, que "velará para que el profesorado reciba el trato, la consideración y el respeto que le corresponden conforme a la importancia social de la tarea que desempeña. A tal fin la Administración realizará campañas que aumenten su consideración y su prestigio social".

Sin embargo, no todos los grupos políticos la han apoyado, sino que muchos la han criticado, lo que puede haber tenido un efecto negativo en su asimilación y aplicación por la sociedad, al no haber consenso al respecto ni siquiera entre los representantes de la ciudadanía española.

En efecto, si consultamos los datos de Madrid de la Memoria del Defensor del Profesor para el año 2016/2017, vemos que la situación no solo no mejora, sino que ha empeorado. Se puede consultar la Memoria aquí.

En esta evidencia ahondan los datos obtenidos del Estudio realizado por la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), sobre un total de 2.000 cuestionarios en todas las comunidades autónomas, y publicado el 2 de enero de 2018, según los que más del 75% de los profesores considera que la autoridad del profesorado es "ninguna" o "muy poca". La nota de prensa de este estudio está disponible aquí.

En base a esta situación, ¿cómo se consigue restaurar esta autoridad perdida?

A pesar de que el artículo de Esther Tallone no resuelve esta pregunta, sino que la deja completamente abierta, existen ciertos patrones que pueden ayudarnos. En primer lugar, se debe tener en cuenta qué tipo de autoridad queremos restaurar. Para ello, debe preguntarse a aquellos que se encuentran con esta situación a diario: docentes y alumnos. 


  • Por un lado, los docentes afirman que desean aquella autoridad que consiga que sus directrices sean acatadas con normalidad, sin tener que sentirse continuamente retados. No pretenden que sus alumnos se levanten cuando entren en clase pero sí que al menos estén con el material preparado, en silencio y presten atención, o al menos que simulen que lo hacen. Además, que cuiden el mobiliario escolar y sobre todo que queden a un lado todo tipo de agresiones, tanto físicas como verbales. También les gustaría que sean capaces de asumir los castigos impuestos si han desobedecido alguna regla. Por último, no desean que los alumnos utilicen el mismo lenguaje que entre ellos ni sean tratados como iguales.
  • Por otro lado, los alumnos establecen que aquellos profesores que más han mantenido la autoridad en las aulas son aquellos que dominan su materia y saben transmitirla, que tienen voluntad y desean que los alumnos aprendan. Además, respetan más a aquellos profesores que imponen pocas normas pero que son tajantes con su cumplimiento, y un dato curioso, los que reprenden más en privado que en público.
Ahora bien, ¿cómo se consigue llevar esta teoría a la práctica? Pues aquí os dejo una serie de consejos:

1. Dar ejemplo. Dar ejemplo a tus alumnos es algo tan sencillo como respetar las normas del centro y dejar de lado lo que se entendería como privilegios. Por tanto, conviene tener en cuenta los siguientes puntos:
  • La falta de puntualidad al inicio y al final de la sesión lectiva.
  • El uso del móvil en el aula sin una finalidad estrictamente educativa.
  • Ausentarse del aula con regularidad. Demuestra falta de previsión y de planificación.
  • El retraso en la corrección de pruebas, exámenes y trabajos.
  • Faltar al respeto a nuestros alumnos.
  • El trato desigual a tus alumnos.
2. Tono de voz. Evitar un tono monótono y cansino que provoque que el alumno desconecte y deje de escucharnos.

3. Actitud corporal. El lenguaje no verbal complementa nuestras enseñanzas y es una herramienta muy útil para reforzar los contenidos.

4. Preparación y coherencia. Los alumnos valoran enormemente a los docentes que saben en todo momento qué hacer en sus clases.

5. Empatía. Se debe tener en cuenta que nuestros alumnos están atravesando la etapa de la adolescencia, y su visión de la realidad es muy distinta a la nuestra.

Aun así, existe otro pilar fundamental, que es el trabajo cooperativo con los padres. Como vemos, cada vez nos encontramos más cuestionados por ellos, y debería ser todo lo contrario, la comunidad escolar y familiar debe complementarse con el fin de que nuestros alumnos progresen y se desarrollen integral y perfectivamente sus capacidades, es decir, se eduquen.

*Post Grupal: Belén Cabrero, Jennifer del Hoyo, Lola del Moral y Estefanía del Valle.


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