sábado, 10 de febrero de 2018

Experiencias de Educación Emocional en Educación Secundaria


Educación emocional en las aulas


Inseguridad, baja autoestima y comportamientos compulsivos son algunas de las consecuencias de la falta de herramientas de los alumnos para gestionar las emociones. La focalización de la educación tradicional en la transmisión de conocimientos profesor-alumno conlleva el 90% de la dedicación del docente en sus clases.¿Qué espacio queda para el equilibrio emocional tan importante en estas edades?¿Quién educa en este punto en la escuela?




La inteligencia emocional es la capacidad de sentir, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos, según la definición de quienes acuñaron el término a principios de los noventa, los psicólogos de la Universidad de Yale Peter Salovey y John Mayer. La inteligencia emocional se traduce en competencias prácticas como la destreza para saber qué pasa en el propio cuerpo y qué sentimos, el control emocional y el talento de motivarse, además de la empatía y las habilidades sociales.

Varios estudios han demostrado que los jóvenes con un mayor dominio de sus emociones presentan un mejor rendimiento académico, mayor capacidad para cuidar de sí mismos y de los demás, predisposición para superar adversidades y menor probabilidad de implicarse en comportamientos de riesgo. ¿Por qué el desarrollo de las competencias emocionales puede ser menos necesario que el de cualquier otra competencia del currículo?


La revisión de los programas académicos de los grados en Magisterio, Pedagogía, Psicología y Psicopedagogía de las universidades españolas en 2016, realizada por el Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica (GROP) de la Universidad de Barcelona, demostró que en España sólo hay una universidad pública que ofrece desde 2012 la asignatura de Educación emocional, la Universidad de la Laguna, en Tenerife.

La Universidad de La Laguna es pionera en la creación de una asignatura específica de Educación emocional en el grado de Magisterio, contemplando esta materia como obligatoria en su plan de estudios. En 1992 introdujeron por primera vez, en la entonces diplomatura de Magisterio, una asignatura a la que llamaron Educación socioafectiva. Las palabras de Antonio Rodríguez, profesor de Psicología Evolutiva de la Universidad de La Laguna e impulsor de la asignatura, nos invitan a la reflexión
 “Si analizas tu vida, son las experiencias cargadas de emociones las que han marcado los puntos de inflexión, los momentos decisivos. ¿Cómo no vamos a luchar para conseguir que se forme a los niños desde el colegio en el manejo de sus emociones?”

Según Rafael Bisquerra, investigador del GROP y uno de los precursores en España de la aplicación de la educación emocional en el ámbito académico, el fallo por el cual los diferentes niveles educativos no contemplan estos contenidos es la falta de sensibilización, tanto por parte de la administración pública como del profesorado. En 2005, Bisquerra publicó La educación emocional en la formación del profesorado, donde se propone un modelo de asignatura para los profesores de educación Infantil, Primaria y Secundaria con teoría y actividades prácticas.


Una de las experiencias piloto en formación de profesorado en educación emocional la lideró en España la Diputación de Guipúzcoa que, entre 2006 y 2010, formó a más de 1500 docentes de colegios e institutos públicos de la provincia. Bisquerra fue uno de los encargados de coordinar los cursos, así como de elaborar una serie de manuales con decenas de actividades para aplicar en el aula. En estas fichas se recogen multitud de actividades que desarrollar en el aula, desde nivel infantil hasta bachillerato. La Universidad del País Vasco se encargó de evaluar los resultados y concluyó que la comprensión y la regulación de las emociones por parte de los profesores redujo sus niveles de ansiedad y de burnout (en español, 'síndrome del trabajador quemado').

En un estudio paralelo se formó a un grupo de 200 universitarios en técnicas de inteligencia emocional, demostrándose que tras dos años de instrucción los alumnos que habían recibido la enseñanza mejoraban sus resultados en los exámenes una media de 1.5 puntos respecto al resto de estudiantes. Afirmaron que habían aprendido a manejar el estrés y los niveles de ansiedad.

Otro estudio, titulado Los efectos a corto y medio plazo de la formación en inteligencia emocional en la salud mental de los adolescentes, publicado en el Journal of Adolescent Health en 2012 demuestra que las habilidades en inteligencia emocional son un factor importante en la prevención de trastornos psicológicos. Muchos de los desórdenes psicológicos suelen aparecer durante la adolescencia, como los cambios bruscos de carácter, el abuso de sustancias o los trastornos en la alimentación. Una de las causas de esos problemas mentales es la incapacidad de gestionar estados emocionales.


La inteligencia emocional ayuda en dos campos fundamentales. En el intrapersonal, donde permite reducir la intensidad y la frecuencia de los estados de ánimo negativos causados por acontecimientos adversos del día a día, protege del estrés y puede ayudar a mantener un estado de ánimo positivo y así prevenir la ansiedad o la depresión. En un segundo plano, el estudio señala que los adolescentes con altas capacidades para percibir y gestionar sus emociones y las de otros, presentan relaciones con sus familiares y compañeros mucho más satisfactorias y de apoyo.



Bajo mi punto de vista, el fortalecimiento de las capacidades afectivas es fundamental dentro de esta etapa de la vida de los alumnos. Al igual que se enseñan otras materias se debería enseñarles a gestionar las emociones, que aprendan a expresarlas de manera adecuada y entender a qué se deben. Para ello se debe proporcionar a los docentes la formación y los recursos necesarios para que puedan afrontar esta actividad en las aulas, trabajar con los alumnos para que éstos  sepan cómo responder ante situaciones inesperadas y enfrentarse a los diferentes retos que se les presenten. Es muy importante que lleguen a conocerse a sí mismos y desarrollen una personalidad propia. Todo parte, como siempre, desde la figura del profesor, que sepa mirar, escuchar y entender las necesidades de sus alumnos, en definitiva, conocer el lenguaje de las emociones.



Fuentes consultadas:








3 comentarios:

  1. Los manuales están súpercompletos. Un artículo muy interesante, gracias por compartirlo. Y tengo una pregunta: Si los resultados de las investigaciones corroboran que a mayor desarrollo personal se da una mejora en el rendimiento académico ¿Cómo es que no se está implantando la educación emocional todos los centros?

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    2. Esa es la misma pregunta que me hago... A pesar de los estudios realizados, todavía un porcentaje importante de docentes no lo considera tan importante como puede ser el contenido de las actuales materias. En algunos centros, se han realizado propuestas para incluir la educación emocional en la formación de sus alumnos pero no se ha contado con el apoyo del número suficiente de profesores para modificar el plan educativo. No obstante, la inteligencia emocional cada vez está cogiendo más fuerza y algunas Comunidades Autónomas la incluyen ya en sus currículos.

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