Educación emocional en las aulas
Inseguridad, baja autoestima y comportamientos compulsivos
son algunas de las consecuencias de la falta de herramientas de los alumnos
para gestionar las emociones. La focalización de la educación tradicional en la
transmisión de conocimientos profesor-alumno conlleva el 90% de la dedicación
del docente en sus clases.¿Qué espacio queda para el equilibrio emocional tan
importante en estas edades?¿Quién educa en este punto en la escuela?
La inteligencia emocional es la capacidad de sentir,
controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos, según la definición de
quienes acuñaron el término a principios de los noventa, los psicólogos de la
Universidad de Yale Peter Salovey y John Mayer. La inteligencia emocional se
traduce en competencias prácticas como la destreza para saber qué pasa en el
propio cuerpo y qué sentimos, el control emocional y el talento de motivarse,
además de la empatía y las habilidades sociales.
Varios estudios han demostrado que los jóvenes con un mayor dominio de sus emociones presentan un mejor rendimiento académico, mayor capacidad para cuidar de sí mismos y de los demás, predisposición para superar adversidades y menor probabilidad de implicarse en comportamientos de riesgo. ¿Por qué el desarrollo de las competencias emocionales puede ser menos necesario que el de cualquier otra competencia del currículo?
La revisión de los programas académicos de los grados en
Magisterio, Pedagogía, Psicología y Psicopedagogía de las universidades
españolas en 2016, realizada por el Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica
(GROP) de la Universidad de Barcelona, demostró que en España sólo hay una
universidad pública que ofrece desde 2012 la asignatura de Educación emocional, la Universidad de la Laguna, en Tenerife.
La Universidad de La Laguna es pionera en la
creación de una asignatura específica de Educación emocional en el grado de
Magisterio, contemplando esta materia como obligatoria en su plan de estudios.
En 1992 introdujeron por primera vez, en la entonces diplomatura de Magisterio, una asignatura a la que llamaron Educación socioafectiva. Las palabras de Antonio Rodríguez, profesor de Psicología
Evolutiva de la Universidad de La Laguna e impulsor de la asignatura, nos
invitan a la reflexión
“Si analizas tu vida, son las experiencias cargadas de emociones las que han marcado los puntos de inflexión, los momentos decisivos. ¿Cómo no vamos a luchar para conseguir que se forme a los niños desde el colegio en el manejo de sus emociones?”
Según Rafael Bisquerra, investigador del GROP y uno de los
precursores en España de la aplicación de la educación emocional en el ámbito
académico, el fallo por el cual los diferentes niveles educativos no
contemplan estos contenidos es la falta de sensibilización, tanto por parte de
la administración pública como del profesorado. En 2005, Bisquerra publicó La educación emocional en la formación del profesorado, donde se
propone un modelo de asignatura para los profesores de educación Infantil,
Primaria y Secundaria con teoría y actividades prácticas.
Una de las experiencias piloto en formación de profesorado
en educación emocional la lideró en España la Diputación de Guipúzcoa que, entre 2006 y 2010, formó a
más de 1500 docentes de colegios e institutos públicos de la provincia. Bisquerra
fue uno de los encargados de coordinar los cursos, así como de elaborar una
serie de manuales con decenas de actividades para aplicar en el aula. En estas fichas se recogen multitud de actividades que desarrollar en el aula, desde nivel infantil hasta bachillerato. La Universidad
del País Vasco se encargó de evaluar los resultados y concluyó que la
comprensión y la regulación de las emociones por parte de los profesores redujo
sus niveles de ansiedad y de burnout
(en español, 'síndrome del trabajador quemado').
En un estudio paralelo se formó a un grupo de 200
universitarios en técnicas de inteligencia emocional, demostrándose que tras
dos años de instrucción los alumnos que habían recibido la enseñanza mejoraban
sus resultados en los exámenes una media de 1.5 puntos respecto al resto de
estudiantes. Afirmaron que habían aprendido a manejar el estrés y los niveles
de ansiedad.
Otro estudio, titulado Los
efectos a corto y medio plazo de la formación en inteligencia emocional en la
salud mental de los adolescentes, publicado en el Journal of Adolescent
Health en 2012 demuestra que las habilidades en inteligencia emocional son un
factor importante en la prevención de trastornos psicológicos. Muchos de los
desórdenes psicológicos suelen aparecer durante la adolescencia, como los
cambios bruscos de carácter, el abuso de sustancias o los trastornos en la
alimentación. Una de las causas de esos problemas mentales es la incapacidad de
gestionar estados emocionales.
La inteligencia emocional ayuda en dos campos fundamentales.
En el intrapersonal, donde permite reducir la intensidad y la frecuencia de los
estados de ánimo negativos causados por acontecimientos adversos del día a día,
protege del estrés y puede ayudar a mantener un estado de ánimo positivo y
así prevenir la ansiedad o la depresión. En un segundo plano, el estudio señala
que los adolescentes con altas capacidades para percibir y gestionar sus
emociones y las de otros, presentan relaciones con sus familiares y compañeros
mucho más satisfactorias y de apoyo.
Bajo mi punto de vista, el fortalecimiento de las
capacidades afectivas es fundamental dentro de esta etapa de la vida de los
alumnos. Al igual que se enseñan otras materias se debería enseñarles
a gestionar las emociones, que aprendan a expresarlas de manera adecuada y entender
a qué se deben. Para ello se debe proporcionar a los docentes la formación y los recursos necesarios para que puedan afrontar esta actividad en las aulas, trabajar con los alumnos para que éstos sepan cómo responder
ante situaciones inesperadas y enfrentarse a los diferentes retos que se les
presenten. Es muy importante que lleguen a conocerse a sí mismos y
desarrollen una personalidad propia. Todo parte, como siempre, desde la figura del profesor, que sepa mirar, escuchar y entender las necesidades de sus alumnos, en definitiva, conocer el lenguaje de las emociones.
Fuentes consultadas:
Los manuales están súpercompletos. Un artículo muy interesante, gracias por compartirlo. Y tengo una pregunta: Si los resultados de las investigaciones corroboran que a mayor desarrollo personal se da una mejora en el rendimiento académico ¿Cómo es que no se está implantando la educación emocional todos los centros?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEsa es la misma pregunta que me hago... A pesar de los estudios realizados, todavía un porcentaje importante de docentes no lo considera tan importante como puede ser el contenido de las actuales materias. En algunos centros, se han realizado propuestas para incluir la educación emocional en la formación de sus alumnos pero no se ha contado con el apoyo del número suficiente de profesores para modificar el plan educativo. No obstante, la inteligencia emocional cada vez está cogiendo más fuerza y algunas Comunidades Autónomas la incluyen ya en sus currículos.
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