Cuando nos hablan sobre actividades extraescolares, ¿en qué pensamos? Quizás lo asocies a alguna experiencia propia como es un deporte determinado o una clase de música, o incluso puede que recuerdes al profesor, al entrenador o al encargado de la actividad con más o menos cariño, o que te vengan a la memoria grandes momentos vividos junto a tus amigos y tu equipo.
Pero si vamos al diccionario de la Real Academia Española y buscamos “actividad extraescolar” la define como una actividad educativa que se realiza fuera del centro de enseñanza o en horario distinto al lectivo.
¿Concuerda lo que has pensado con lo que es una actividad extraescolar?
Seguro que eso que has pensado tenía algo en común con lo que es una actividad extraescolar, puesto que la definición de la RAE es una definición muy amplia, y dependiendo de la edad y de la necesidad de cada niño las actividades extraescolares son un apoyo y un complemento a la educación de los niños.
Partimos de la base de que deseamos una educación integral para el pleno desarrollo de toda la persona. Para ello, las actividades extraescolares, ya sean deportivas o artísticas, potencian y complementan el desarrollo integral de los niños. Son así un medio que ayuda a contribuir a su completo crecimiento. Por eso, podemos descubrir que según sea la actividad extraescolar, se seguirán una serie de beneficios u otros, tanto para la mente como para el cuerpo.
Sabemos la importancia que tiene la adolescencia en el desarrollo de hábitos, ya sean buenos o malos. Por eso es necesario que desde la infancia, y de manera especial en la adolescencia, se les vaya educando y enseñando con un sano criterio acerca del uso el tiempo libre, ofreciéndoles la posibilidad de participar en actividades que ayuden a hacer del tiempo de ocio un espacio creativo y de disfrute personal, a través del aprendizaje de distintas habilidades y destrezas.
Pero habría que plantearse la pregunta: ¿hasta qué punto actividades extraescolares? Es necesario tener un cierto equilibrio, es decir, no sobrecargar a los niños con actividades extraescolares permitiendo que tengan tiempo para disfrutar con la familia, para hacer planes con sus amigos y para estudiar, que es su principal obligación.
Hasta aquí hemos estado hablando de actividades extraescolares en general pero ahora os voy a exponer una “buena práctica” de actividad extraescolar. ¿Recuerdas cómo empezaba con la pregunta de “Cuando nos hablan sobre actividades extraescolares, ¿en qué pensamos?” ? A mi esta pregunta me lleva, en gran parte, ¡a la montaña! Aunque voy a tratar de presentarla con objetividad, no puedo dejar de hablar desde la experiencia personal y sin que se note un gran aprecio hacia la misma por todo lo que me ha aportado.
Una buena práctica de actividad extraescolar es la de ir a la montaña, es más, ir a la montaña en un grupo, como son los Montañeros. Para ello me voy a remontar a un mensaje del Papa Juan Pablo II en el año 1985 al Congreso Mundial sobre la Juventud en el que decía: “Tened la valentía de proponer a los jóvenes de hoy metas elevadas y pedirles también - dándoles motivaciones - los sacrificios necesarios para conseguirlas. Esto estimulará las energías, a menudo latentes en sus espíritus, que están a la espera de educadores convencidos y expertos para hacerlas sobresalir y orientarlas de manera creativa.”
El Grupo de Montañeros Mater Salvatoris tiene como identidad principal la consideración de la montaña como una escuela de vida, donde los niños, en el ambiente de la naturaleza, van creciendo humana y cristianamente siguiendo el espíritu de la Congregación Mariana Mater Salvatoris.
El lema de los montañeros es “siempre más”, que siguiendo con lo que el Papa Juan Pablo II decía, ayuda a los jóvenes y a los niños a aspirar a metas elevadas, a buscar trabajar por alcanzar cosas grandes en sus vidas, a no conformarse con mediocridades sino buscar hacer lo posible por ser felices y ayudar a ser felices a las personas que les rodean. De hecho, él mismo, en un discurso a los jóvenes en Génova, ese mismo año, les decía: “Deseo confirmaros en esta aspiración "a algo más", que es implacable en el alma juvenil,[...] Os exhorto a no dejaros aplanar por la mediocridad, a que no os acostumbréis a los deseos mundanos, a que no queráis vivir solo a medias, con aspiraciones reducidas o, peor aún, atrofiadas. ¡Jóvenes! no os "dejéis vivir", sino tomad en vuestras manos vuestras vidas, y decidid hacer de ellas una auténtica y personal obra maestra”.
En las actividades de montañeros hay formación en la fe, en la oración, y en las virtudes como el servicio a los demás, la alegría al superar las dificultades del camino, la puntualidad, el orden, la unión de la patrulla, el valor de la amistad… La montaña, así vista, se convierte en una escuela de vida.
Los montañeros tienen una marcha a la montaña una vez al mes. También tienen una acampada anual, y culminan el curso con la actividad del campamento de verano. La organización de los montañeros es jerárquica, en dos dimensiones: una vertical y otra horizontal. En la dimensión horizontal, se organizan en patrullas agrupados por edades, ayudando así a forjar grandes amistades. Al mando de cada patrulla, en la dimensión vertical, hay un subjefe, y coordinando y organizando el grupo están los jefes. Según el rango de cada miembro del grupo, se les distingue con una pañoleta de diferente color, en el que está estampado el símbolo de montañeros y que simboliza la progresión y el crecimiento al que todo montañero está llamado a través de una escuela concreta: la montaña.
Mediante todas las actividades el montañero va desarrollando una sensibilidad mayor en el trato con los demás. Cuando ya lleva un tiempo de fidelidad y entrega, puede pasar a ser subjefe al servicio del grupo, y ellos experimentan, como también lo cuenta un gran maestro que descubrió este camino, el P. Tomás Morales. Escribe en sus obras completas[1], de una joven que al acabar un campamento le escribía: “me han hecho el mayor beneficio de mi vida. Tenía que vivir todo el día para los demás. He sido feliz como nunca en mi vida. Me sentía completa como jamás.¡Qué alegría me daba exigirme a mí misma!¡Me salía de dentro! [...] No me habría exigido ni la mitad de no haber sido yo la responsable. Tenía que ser la primera en todo”.
La montaña es un lugar privilegiado en el que los jóvenes aprenden a no rendirse a pesar de las dificultades del camino, a seguir luchando por llegar a la cima, a salir de ellos mismos y ayudar a los que caminan junto a ellos, a sonreír en medio de los sufrimientos, a confiar en los que saben más...
Podría seguir diciendo aspectos en los que se crece en las marchas de montañeros, pero la grandeza de todo ello es que los montañeros aprenden a ser montañeros en su día a día, es decir, aprenden a ser montañeros siempre y en todo lugar.
Tras haber hablado de montañeros, que es una de las muchas y buenas prácticas de actividades extraescolares que pueden realizar los niños quiero concluir con un fragmento del mensaje, ya citado, del Papa Juan Pablo II al Congreso Mundial sobre la Juventud: “Los jóvenes, con pleno derecho, esperan tener educadores que sean auténticos maestros que sepan orientarles hacia ideales elevados y darles ejemplo de ellos con su vida”. [2]
Seguro que eso que has pensado tenía algo en común con lo que es una actividad extraescolar, puesto que la definición de la RAE es una definición muy amplia, y dependiendo de la edad y de la necesidad de cada niño las actividades extraescolares son un apoyo y un complemento a la educación de los niños.
Partimos de la base de que deseamos una educación integral para el pleno desarrollo de toda la persona. Para ello, las actividades extraescolares, ya sean deportivas o artísticas, potencian y complementan el desarrollo integral de los niños. Son así un medio que ayuda a contribuir a su completo crecimiento. Por eso, podemos descubrir que según sea la actividad extraescolar, se seguirán una serie de beneficios u otros, tanto para la mente como para el cuerpo.
Sabemos la importancia que tiene la adolescencia en el desarrollo de hábitos, ya sean buenos o malos. Por eso es necesario que desde la infancia, y de manera especial en la adolescencia, se les vaya educando y enseñando con un sano criterio acerca del uso el tiempo libre, ofreciéndoles la posibilidad de participar en actividades que ayuden a hacer del tiempo de ocio un espacio creativo y de disfrute personal, a través del aprendizaje de distintas habilidades y destrezas.
Pero habría que plantearse la pregunta: ¿hasta qué punto actividades extraescolares? Es necesario tener un cierto equilibrio, es decir, no sobrecargar a los niños con actividades extraescolares permitiendo que tengan tiempo para disfrutar con la familia, para hacer planes con sus amigos y para estudiar, que es su principal obligación.
Hasta aquí hemos estado hablando de actividades extraescolares en general pero ahora os voy a exponer una “buena práctica” de actividad extraescolar. ¿Recuerdas cómo empezaba con la pregunta de “Cuando nos hablan sobre actividades extraescolares, ¿en qué pensamos?” ? A mi esta pregunta me lleva, en gran parte, ¡a la montaña! Aunque voy a tratar de presentarla con objetividad, no puedo dejar de hablar desde la experiencia personal y sin que se note un gran aprecio hacia la misma por todo lo que me ha aportado.
Una buena práctica de actividad extraescolar es la de ir a la montaña, es más, ir a la montaña en un grupo, como son los Montañeros. Para ello me voy a remontar a un mensaje del Papa Juan Pablo II en el año 1985 al Congreso Mundial sobre la Juventud en el que decía: “Tened la valentía de proponer a los jóvenes de hoy metas elevadas y pedirles también - dándoles motivaciones - los sacrificios necesarios para conseguirlas. Esto estimulará las energías, a menudo latentes en sus espíritus, que están a la espera de educadores convencidos y expertos para hacerlas sobresalir y orientarlas de manera creativa.”
El Grupo de Montañeros Mater Salvatoris tiene como identidad principal la consideración de la montaña como una escuela de vida, donde los niños, en el ambiente de la naturaleza, van creciendo humana y cristianamente siguiendo el espíritu de la Congregación Mariana Mater Salvatoris.
En las actividades de montañeros hay formación en la fe, en la oración, y en las virtudes como el servicio a los demás, la alegría al superar las dificultades del camino, la puntualidad, el orden, la unión de la patrulla, el valor de la amistad… La montaña, así vista, se convierte en una escuela de vida.
Los montañeros tienen una marcha a la montaña una vez al mes. También tienen una acampada anual, y culminan el curso con la actividad del campamento de verano. La organización de los montañeros es jerárquica, en dos dimensiones: una vertical y otra horizontal. En la dimensión horizontal, se organizan en patrullas agrupados por edades, ayudando así a forjar grandes amistades. Al mando de cada patrulla, en la dimensión vertical, hay un subjefe, y coordinando y organizando el grupo están los jefes. Según el rango de cada miembro del grupo, se les distingue con una pañoleta de diferente color, en el que está estampado el símbolo de montañeros y que simboliza la progresión y el crecimiento al que todo montañero está llamado a través de una escuela concreta: la montaña.
Mediante todas las actividades el montañero va desarrollando una sensibilidad mayor en el trato con los demás. Cuando ya lleva un tiempo de fidelidad y entrega, puede pasar a ser subjefe al servicio del grupo, y ellos experimentan, como también lo cuenta un gran maestro que descubrió este camino, el P. Tomás Morales. Escribe en sus obras completas[1], de una joven que al acabar un campamento le escribía: “me han hecho el mayor beneficio de mi vida. Tenía que vivir todo el día para los demás. He sido feliz como nunca en mi vida. Me sentía completa como jamás.¡Qué alegría me daba exigirme a mí misma!¡Me salía de dentro! [...] No me habría exigido ni la mitad de no haber sido yo la responsable. Tenía que ser la primera en todo”.
La montaña es un lugar privilegiado en el que los jóvenes aprenden a no rendirse a pesar de las dificultades del camino, a seguir luchando por llegar a la cima, a salir de ellos mismos y ayudar a los que caminan junto a ellos, a sonreír en medio de los sufrimientos, a confiar en los que saben más...
Podría seguir diciendo aspectos en los que se crece en las marchas de montañeros, pero la grandeza de todo ello es que los montañeros aprenden a ser montañeros en su día a día, es decir, aprenden a ser montañeros siempre y en todo lugar.
Tras haber hablado de montañeros, que es una de las muchas y buenas prácticas de actividades extraescolares que pueden realizar los niños quiero concluir con un fragmento del mensaje, ya citado, del Papa Juan Pablo II al Congreso Mundial sobre la Juventud: “Los jóvenes, con pleno derecho, esperan tener educadores que sean auténticos maestros que sepan orientarles hacia ideales elevados y darles ejemplo de ellos con su vida”. [2]
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ResponderEliminarMe encanta este proyecto. Caminar por la naturaleza ayuda a pensar, es de gran ayuda para asentar conocimientos y fortalece la memoria. Además por lo que he leído se desarrollan valores como el compañerismo y el respeto al medioambiente. En la ciudad de Madrid sólo hay asfalto, me parece terrible. Ver grandes espacios abiertos es liberador para la mente y ayuda a pensar con más claridad. Como decía Henry Thoreau, las obras arquitectónicas no hacen otra cosa que domesticar el paisaje, es por ello que una salida a este paisaje ¨intocado¨ puede servir como una liberación y una oportunidad para conocernos mejor a nosotros mismos.
EliminarHe trabajado llevando a niños de todas las edades, primaria y secundaria a la montaña, pasando el día, haciendo deportes de montaña y conociendo la naturaleza. No miento cuando digo que chicos de segundo de la ESO, me preguntan por el baño en medio de la pedriza, o me preguntan por la basura, y como no hay, lo dejan tirado por el suelo. Me da pena que estos niños no hayan ido nunca a la montaña, teniendo la sierra de Guadarrama tan cerquita de Madrid.
ResponderEliminarSalir a la montaña nos aporta muchos beneficios como comentas en el post, y tristemente muchos jóvenes no han tenido esa experiencia. En mi opinión todos los niños, jóvenes, adolescentes, mayores deben ir al monte, ya sea a pasear, conocer lo que hay, lo que no hay, aprender sobre y de la naturaleza, y aprender a aprovechar un espacio libre.
Hablamos de educación integral, pues creo que hay pocas cosas que eduquen más en este aspecto que la naturaleza.
Tienes toda la razón, porque a la pregunta de actividad extraescolar yo he respondido: baloncesto, música... pero las actividades en el campo son fundamentales.
ResponderEliminarEs una manera muy divertida y distendida de enseñar, pero no solo enseñas temas relacionados con la naturaleza, sino también se ven desarrollado el compañerismo, superación...
Me quedo con una reflexión del texto que me ha maravillado:
La montaña es un lugar privilegiado en el que los jóvenes aprenden a no rendirse a pesar de las dificultades del camino, a seguir luchando por llegar a la cima, a salir de ellos mismos y ayudar a los que caminan junto a ellos, a sonreír en medio de los sufrimientos, a confiar en los que saben más...