Para poder hablar de ecuación
intercultural es necesario definir a que nos referimos con personas inmigrantes
y personas extranjeras. La Real Academia de la Lengua Española define inmigrante
como “Dicho de una persona: Llegar a un país extranjero para radicarse en él”, mientras que extranjero lo define de la siguiente manera: “Natural de un país
que no es el propio.” Por su parte, Prada define inmigrante como “la población
que ha llegado a España [u otro territorio] procedente de otro país: se trata
de una condición social.”(Prada, 2008, p. 2). Por tanto, se podría decir que el
inmigrante es aquella persona que reside en un país diferente al de origen,
mientras que el extranjero es aquel que está un tiempo en un país diferente al
de su origen. La principal diferencia que encontramos es que el inmigrante es
aquel que pretende desarrollar su vida en otro lugar (diferente al de su
origen), mientras que el extranjero es algo puntual, su estancia en otro lugar
no se debe a la intención de quedarse permanentemente.
Es importante destacar que existe
una diferencia entre escolares inmigrantes y escolares hijos de inmigrantes. En
el caso de los primeros, son personas que llegan a su nuevo país de residencia
a una cierta edad. Esto implica que ya poseen un bagaje experiencial y
vivencial, es decir, tienen sus costumbres, sus valores, etc. si no
interiorizados sí bastante arraigados. Mientras que los escolares hijos de
inmigrantes son personas que nacen en el nuevo país de residencia de sus
padres, o llegan siendo de corta edad. Esto implica que su escolarización la
empiezan en ese nuevo lugar de residencia. Como consecuencia estos niños no
poseen experiencias, ni vivencias, del país de origen de los padres. Los hijos
de inmigrantes en 2005 se encontraban en los niveles de Educación Infantil y
Primaria, y los escolares inmigrantes en la ESO. Es importante destacar que los
inmigrantes acuden a su nuevo lugar de residencia por fases: siendo primero las
personas mayores, en edad de trabajar, y posteriormente sus familias. (Mafokozi
y García, 2008) Asumiendo que los escolares inmigrantes podían estar en 1º de
ESO en el año 2005, en el curso académico 2012/2013, podrían estar cursando ya
estudios universitarios. Por otro lado, algunos escolares hijos de inmigrantes
podrían haber estado en 6º o 5º de primaria en 2005, por lo que, en el curso
académico 2012/2013 estarán en etapas universitarias. Por tanto, en la
actualidad (curso académico 2017/2018) la inmigración en todas las etapas
educativas es una realidad.
Según la ONU (Organización de
Naciones Unidas): “Aproximadamente una tercera parte [del número de migrantes]
se ha trasladado de un país en desarrollo a otro, mientras que otro tercio ha
pasado de un país en desarrollo a uno desarrollado” (2005, p.1).Por tanto, las
migraciones entre países en desarrollo es equivalente a las migraciones que se
producen de un país en desarrollo a un país desarrollado. Por tanto, el
concepto tradicional de que la gran mayoría de los inmigrantes procede de
países subdesarrollados es un mito más que un dato.
Para poder entender la situación
actual es necesario realizar un análisis sobre la evolución del concepto de
inmigración en España, reflexión que realizó Barbadillo y que se resume en que:
durante los años 70 “el otro” era considerado como turista, se reconocía la importancia
que tenía para el desarrollo económico de España, ya que el sector turístico
era una fuente importante de ingresos. Pero también existía “el otro”, el “diferente
al nosotros” que eran los gitanos. A pesar de ser españoles, la sociedad, no
los aceptaba (tenía características diferentes) y los veía como “lo extraño”. Durante
los años ochenta, España, va acercándose cada vez más a Europa y va desarrollándose
económicamente. Estos dos factores produjeron un cierto aumento del volumen de
inmigración. España entra en la Unión Europea en 1986, pero para poder entrar
debía aprobar la denominada Ley de Extranjería, esto ocurrió en 1985. Por
tanto, durante esta década “el turista” empieza a ser visto como “el otro”, rompiéndose
así la visión estática de los años setenta. A finales de los ochenta se empieza
a cambiar el concepto de extranjero por el de inmigrante. Por último, durante
la década de los noventa, España posee una variada muestra de “el otro”, y empieza
a diferenciar las distancias con “el otro”, siendo en algún caso mayor y en otro
menor (Barbadillo, 1997).
Pero, para poder hablar de
educación inclusiva es importante conocer no sólo la evolución de la actitud de
los españoles sino también los datos de encuestas. Estos datos nos los brinda
el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) con la pregunta recurrente que
plantea en diferentes años que enuncia “Principal problema que tiene
actualmente España”. En el año 2000 el 6.5% de los encuestados veía la
inmigración como uno de los problemas más graves de España, en 2005 esta cifra
aumentó hasta el 35.8%, y en 2011 volvió a descender hasta el 1.2%. Se podría
inferir, sin la certeza de un estudio que hable de este razonamiento, que en
las épocas de crisis económica la inmigración deja de ser uno de los
principales problemas que ve la población.
Habiendo clarificado los términos y arrojado luz sobre la
evolución y la perspectiva de la inmigración en España, es importante destacar
que según Prada La Comunidad de Madrid tiene un mayor aperturismo ante la
inmigración al carecer de identidad explícita de “nación” en la Comunidad (como
es el caso de otras regiones de España), el incremento de los inmigrantes no ha
provocado que en los planes de estudio se promulgue una idea de ciudadano.
(Prada, 2008).
La Comunidad de Madrid posee un programa denominado
“Programa Escuelas de Bienvenida” donde se encuentran las famosas “Aulas de
enlace”. La finalidad de este programa es la incorporación de las personas
inmigrantes al sistema educativo, intentando que exista la menor diferencia de
nivel posible entre los alumnos matriculados durante largos periodos de tiempo
en un centro educativo de la Comunidad y los pupilos recién incorporados al
sistema. En esta aula no habrá más de 12 alumnos y no podrá estar más de 9
meses lectivos. Durante la permanencia en las aulas de enlace se realizan
actividades con los grupos ordinarios.
Este programa, llevado a cabo en la Comunidad de Madrid, no
deja de suscitarme ciertas dudas, a la vez que entiendo la necesidad del mismo.
Es cierto que, el “gap” o brecha educativa que puede existir, entre las
personas escolarizadas de manera regular y las personas recién llegadas al
sistema educativo de la Comunidad de Madrid, puede ser significativo, llegando
a encontrar alumnos que no conocen el castellano y que, por tanto, su
incorporación en un aula regular sería complicado.
La complicación a la que estoy haciendo mención no sólo
incumbe la tarea del profesor, sino también la motivación y autoestima del
alumno, pues este puede, debido a su gran diferencia en cuanto al nivel
educativo, ver su tarea de aprendizaje como imposible o terriblemente
dificultosa y abandonar su interés por la educación.
Sin embargo, a lo largo de la historia (como se ha explicado
con anterioridad) se ha visto al inmigrante como “el otro” y este programa de
aula de enlace no hace más que recordarme esa visión de las personas
inmigrantes. Separarlos en clases diferentes, y realizar actividades en común,
no me parece que sea la manera más adecuada de lidiar con la situación que es
la incorporación de los inmigrantes en el sistema educativo.
Mi propuesta, quizá quimérica,
es que existiera un refuerzo extraescolar lo suficientemente importante como
para que la brecha educativa, presente en este tipo de alumnado, se pudiera
reducir sin la necesidad de separar a los alumnos.
Por último, y tras el estudio del estado de la situación de
la inmigración en España, me queda la duda de si la “oposición” a la
inmigración en los colegios será mayor en comunidades como Cataluña o País
Vasco, donde tienen un concepto de nación propio mucho más arraigado.
Me ha parecido muy interesante tu post y como ha evolucionado la consideración del inmigrante en España. En mi opinión, considero que las aulas de enlace son muy necesarias, ya que el nivel de dichos alumnos puede ser muy bajo, por lo que acudir en un primer momento al aula normal podría retrasar al resto y hacerles sentir a ellos que no pertenecen. Para evitar la posible exclusión de la que hablas me parece muy acertado que la permanencia en estas aulas no pueda superar los 9 meses. De esta manera, pueden recibir un intensivo que les permita alcanzar el nivel suficiente para poder acudir a las clases de referencia sin sentirse inferiores.
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