Educar es un acto de amor, es
dar vida, y el amor es exigente. Pide utilizar los mejores recursos, despertar
la pasión y comenzar un camino con paciencia junto a los jóvenes. Con estas
palabras describía el Papa Francisco la labor del educador, en su audiencia a los participantes en la asamblea de la Congregación para la Educación Católica, el 13 de
febrero del pasado año.
Efectivamente, para educar no
basta instruir, aunque es necesario; se trata de hacer camino juntos. Esto es
lo que una buena escuela debe tener siempre ante los ojos, si quiere ofrecer a
sus alumnos una preparación para la vida, que se hace en el seno de la vida
misma. Por esto, como ha dicho también
el Papa Francisco en otras ocasiones[1],
es necesario buscar formas de educación no convencional, que complementen lo
que la escuela hace en su día a día más estructurado.
En esta línea, no vamos a
desarrollar aquí la importancia de la formación en el campo de la vida
espiritual, indispensable para centrar una existencia humana y para “acertar”
con el principio y fundamento de la misma, puesto que va a ser un tema tratado
por otro de los participantes del blog; pero no queremos dejar de indicar que
nos parece el motor fundamental de toda otra experiencia y una de las
aportaciones que no puede obviar ninguna escuela que quiera ser escuela de
vida.
En este post, sin embargo, vamos
a centrar nuestra atención en una práctica de actividad extraescolar menos
vertebral en la persona, pero llena también de potencialidades interesantes: Se
trata del MUN, o modelo de Naciones Unidas.
Pese al debate de fondo sobre la
legitimidad de la Institución de las Naciones Unidas y su Carta Magna, o las
divergencias de opinión sobre la utilidad o conveniencia de algunos de sus
programas, es innegable que la Organización de las Naciones Unidas es el
principal escenario de colaboración y mediación a nivel internacional. En él se
debaten, se analizan y afrontan los grandes retos de la política internacional,
y hacia su sede se dirigen todas las miradas cuando surge un nuevo conflicto mundial
al que hay que dar respuesta. De ahí que suponga un referente imprescindible a
la hora de tratar de prácticas como el diálogo, la mediación, la resolución de
conflictos y otras tan altamente valoradas en nuestra sociedad actual.
Así las cosas, hace unos setenta
años –es decir, casi al comienzo de la institución como tal– empezó a darse en
distintos puntos del globo un fenómeno interesante. Algunos profesores
invitaban a sus alumnos a remedar “a escala escolar” las actividades de este
organismo internacional, como medio para trabajar la adquisición de destrezas
indispensables para su futura vida laboral. La idea resultó un éxito. Pronto se
fue extendiendo la práctica y se fue ampliando su campo de acción: Debates
entre clases, Institutos de Secundaria enteros, competiciones intercolegiales o
interuniversitarias, empezaron a ser un evento común y ampliamente festejado.
Tanto es así que, en agosto de 2000, por primera vez, la sede neoyorquina de la
ONU acogió por primera vez de forma oficial un modelo de Naciones Unidas[2]
Desde entonces, este organismo internacional ha desarrollado múltiples talleres
y materiales de apoyo para jóvenes estudiantes e instituciones escolares y
universitarias que quieren acercarse a esta institución como un posible entorno
formativo. Hoy en día, unos 400.000 alumnos participan anualmente en algún Modelo
de Naciones Unidas, desde primaria hasta la Universidad.
¿Cómo funciona un Modelo de
Naciones Unidas?
Es muy sencillo. Se trata de
simular la estructura interna de la ONU, en el tratamiento de una serie de
temas de actualidad relacionados con los debates que se encuentran en el foro
internacional. Para ello, la propia ONU ha reparado una guía de cómo debe de
implementarse el modelo[3],
para que responda a las estructuras reales de la Organización.
Los pasos, a
gran escala, son los siguientes:
- Concretar la agenda, el plan de trabajo y sus procedimientos
- Elegir los representantes de los distintos países y los que desempeñarán cargos de dirección de las diferentes áreas (Asamblea General, Secretariado, Consejo de Seguridad)
- Definir los roles y responsabilidades de cada uno
- Hacer un primer planteamiento de sus conferencias respectivas.
- Empezar una seria formación de los delegados de los países miembros.
- Desarrollar las reuniones propiamente dichas, tanto las formales como las informales, conforme al reglamento antes establecido.
- Normalmente, por tratarse de un modelo escolar, suele terminar la celebración con la entrega de premios a las mejores delegaciones y a participantes particulares que han desarrollado su papel de manera destacable.
Además, para hacer doblemente operativo el programa, algunos miembros eminentes de la ONU han colaborado a la preparación de la guía con vídeos como este, en los que explican a los jóvenes el mejor modo de llevar a cabo sus actividades.
En el desarrollo de estas actividades, es fácil constatar
que los jóvenes tienen que hacer un esfuerzo considerable en diferentes ámbitos
de trabajo, ya desde la misma fase de preparación: Por una parte, en el
desarrollo de un plan de acción, en la adaptación a unas reglas e incluso en la
elaboración de las mismas, en la comprensión de su importancia para la buena
marcha del proyecto, en la adquisición de habilidades para el trabajo en equipo
y también de responsabilidad para finalizar competentemente el trabajo individual
que colabora al bien común, todo esto, en la línea de un aprendizaje para
proyectos colaborativos. Por otra parte, por lo que se refiere a los contenidos
específicos de los temas que les toque desarrollar, los participantes se ven en
la necesidad de estudiar, investigar, analizar y seleccionar cantidades
ingentes de información (prensa, documentos oficiales, etc.) sobre temas
reales, a los que tienen que dar una valoración crítica suficientemente argumentada,
e incluso propuestas de solución. Esta actividad, que requiere de cierta
madurez, contribuye también a desarrollarla. En cuanto a la fase de celebración
de las jornadas del modelo propiamente dicho, no cabe duda que el desarrollo de
habilidades toca uno de sus puntos álgidos. En el debate abierto con
representantes de otros equipos (muchas veces pertenecientes a otros colegios)
deben desarrollar habilidades sociales y lingüísticas, para llegar a un
entendimiento mutuo y a soluciones verdaderamente constructivas.
Sin embargo,
creo que lo más interesante de esta experiencia no es tanto lo que se
desarrolla en el debate, sino la reflexión posterior que puede surgir para los alumnos
tanto después del éxito como después del fracaso. Es probable que posiciones
muy bien fundamentadas tengan que ceder a veces paso a otras menos
argumentadas, pero defendidas por oradores más brillantes o dominantes. ¿Qué
hacer entonces? La tarea más interesante, a nivel formativo, creo que es la que
le compete al profesor o entrenador de los participantes del MUN en la vuelta a
las aulas y la “normalidad”. Reflexionar con los chicos sobre la verdad, la responsabilidad
social y política de todo ciudadano, la disposición a hacer la propia
aportación al bien común tanto si va a ser apreciada como si no, la necesidad
de actuar con integridad moral y con fuertes convicciones en un entorno plural
en el que a veces triunfan mayorías poco discernidas, es la gran aportación que
deja para la vida el participar en un MUN. Como decía algún gurú de nuestro
tiempo: “Unas veces se gana, otras se aprende”.
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ResponderEliminarEl MUN es una actividad muy interesante para los alumnos por varias razones.
ResponderEliminarPrimero de todo, les ayuda a trabajar en grupo, lo cual produce que entiendan que hay diversidad de opiniones y tienen que trabajar conjuntamente para defender una posición. A su vez, les aporta técnicas de debate, mejorando así sus técnicas de expresión oral y dándoles una mayor confianza en ellos mismos y en sus opiniones. Así, los alumnos comprenden que no hay una única postura que es la adecuada, sino que puede haber varias.
Otra cosa que este modelo aporta es que los alumnos puedan conocer diferentes culturas, y como influyen la cultura de las personas en las opiniones en materias de importancia a nivel mundial.
Por último, a través de este modelo, los participantes conocen y comprenden el trabajo de una de las instituciones internacionales más importantes, y así pueden entender los problemas a los que se enfrenta la comunidad internacional a nivel global, y no únicamente desde la perspectiva del país al que pertenecen.